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Dirigentes sindicales para humanizar la empresa


REPORTAJE: La reforma laboral que se discute en el Congreso potencia al sindicato como un elemento beneficioso para los trabajadores. La Iglesia Católica tiene tradición en esta materia. Desde inicios del siglo XX hasta nuestros días capacita líderes que puedan construir un país más justo.

Por Paz Escárate Cortés

Una de las piezas fundamentales de la reforma al código del trabajo que se está discutiendo es que plantea incentivos económicos para sindicalizarse. “Esta reforma laboral está acotada a los temas de sindicalización y negociación colectiva”, reflexiona Guillermo Sandoval, encargado de animación laboral de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores.

De la fuerza laboral chilena, un 14,6% está sindicalizada según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se trata del cuarto país con mayor sindicalización entre la veintena de países que componen América Latina. Sin embargo, si se la compara con las cifras de hace 42 años, se muestra una merma importante: en 1973 era alrededor del 30%.

“Lo central en toda empresa es siempre el ser humano y no el capital”, asegura el padre Andrés Moro, vicario de Pastoral Social y de los Trabajadores. “Para la Iglesia siempre ha sido así”, dice y recuerda la encíclica de León XIII “Rerum Novarum”, en plena revolución industrial, y la de Juan Pablo II “Laborem Excensens”, que en distintos momentos de la historia reflexionaron sobre la cuestión de los trabajadores como una realidad importante para la Iglesia Católica.

La Asociación Sindical Chilena (Asich), creada para formar dirigentes inspirados en el humanismo cristiano, fue una de las últimas obras de san Alberto Hurtado, recuerda el padre Moro. Esa obra continúa hasta nuestros días con el nombre de Escuela Sindical Alberto Hurtado. “Una empresa se basa en el empresariado, el capital y también en los trabajadores”, dice el vicario. “En la empresa moderna es importante un buen desarrollo de todos sus componentes para lograr los fines que el país necesita”. La instancia busca formar “dirigentes sociales empoderados en un proyecto sindical mucho más amplio que conseguir más días libres o cada dos años una negociación colectiva, sino que hagan de la empresa un lugar de humanidad y de productividad”, reflexiona el padre Moro.

Solo en 2014 se graduaron 265 personas en las 6 escuelas dirigidas por la Pastoral Social. Tres de sus versiones se realizaron en regiones, en coordinación con el obispado o con la CUT local: La Serena, Valparaíso y Talca. El objetivo es capacitar a dirigentes de forma integral. “Queremos potenciar su rol de liderazgo”, sostiene Guillermo Sandoval. Para eso entregan contenidos históricos, económicos y legales, además de destrezas comunicativas y de negociación colectiva.

Mujer, dirigente y capacitada

Jacqueline Reyes (48, casada, un hijo) es dirigente de suplementeros y destaca su participación en la Escuela Sindical Alberto Hurtado como un elemento significativo para su labor orientando a 2 mil compañeros de labor. “En el 2011 hice un curso en la Escuela Sindical porque un suplementero me pasó el dato”, recuerda. Al año siguiente fue elegida dirigente de los 14 sindicatos de la Región Metropolitana, cargo que ostenta hasta hoy. Ese mismo 2012 participó en el diplomado de la vicaría, certificado por la pontificia Universidad Católica de Chile. Aunque su agrupación tiene 136 años de existencia, “como dirigentes no teníamos capacitación y en la Escuela Sindical nos orientaron bastante”, indica. Además agradece la documentación que le entregaron, porque así “uno puede seguir estudiando en la casa y los contenidos se aplican según la necesidad del momento”, señala.

Cerca de su kiosco en la comuna de Maipú, dice que una de las herramientas más útiles para ella fueron los elementos para defender al trabajador durante las negociaciones colectivas. “Nosotros, aunque somos trabajadores independientes, igual negociamos con las empresas periodísticas, hacemos convenio con ellas, por ejemplo, con la distribución de revistas publicitarias. Este curso me sirvió para negociar mejor y defender los convenios que hemos hecho”. Añade: “Los sindicatos son importantes porque así se pueden defender los derechos de las personas. No se puede hacer individualmente, tiene que ser con más gente. La unión hace la fuerza”, afirma.

“Si con la Escuela Sindical san Alberto Hurtado logramos hacer cada vez más válida la tarea sindical, profesionalizarla, que los dirigentes católicos sientan que es un camino de fe, hemos avanzado”, cuenta el padre Andrés Moro. “Mientras más hombres y mujeres descubran que el sindicato es un espacio de fraternidad, justicia y solidaridad, de formación, defensa de sus derechos y de formación en sus deberes, tendremos un mejor sindicato y un mejor país”, concluye.

 Fuente: Arzobispado de Santiago. Periódico Encuentro 



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