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Editorial: Trabajo informal


[18 de enero 2024] Según la definición más aceptada, propuesta desde la Organización Internacional del Trabajo, la informalidad laboral tiene que ver con todas aquellas actividades económicas y ocupaciones que -en la legislación o en la práctica- no están cubiertas o están insuficientemente contempladas por sistemas formales.

Hace casi dos décadas, el Papa Benedicto XVI nos señalaba que “el trabajo reviste una importancia primaria para la realización del hombre y el desarrollo de la sociedad, y por eso es preciso que se organice y desarrolle siempre en el pleno respeto de la dignidad humana y al servicio del bien común”.

En Chile, según datos del INE, para el trimestre julio-septiembre de 2023, hay más de 2,4 millones de personas ocupadas informalmente. 

Como ha ocurrido históricamente, la proporción de trabajadores informales es mayor en mujeres, con una tasa del 28,1%, mientras que en los hombres llega al 25,6%. Del mismo modo, la ocupación informal prevalece en los tramos etarios extremos, afectando con más fuerza a las personas mayores y jóvenes.

En las personas sobre 65 años, la informalidad laboral llega al 53,4%, y en los jóvenes de entre 15 y 24 años, alcanza el 36%, una tasa muchísimo más alta que en los otros rangos etarios y que en el promedio del país. También es mayor la informalidad laboral en personas extranjeras, con casi un 31% de personas ocupadas informales.

Los trabajadores y trabajadoras informales no solamente están menos protegidos, sino que los ingresos que perciben desde el trabajo son menores que los ingresos de las y los trabajadores formales. El 77,5% de las personas ocupadas informales percibieron ingresos menores a $500.000 en 2022. Es decir, menos protección y menores ingresos. Por lo tanto, tienen menos posibilidades de mejorar las condiciones de vida de sí mismos y de sus familias.

A propósito de esta situación, el Papa Juan Pablo II, en su visita a Chile el año 1987, hacía un fuerte llamado: “El trabajo estable y justamente remunerado posee, más que ningún otro subsidio, la posibilidad intrínseca de revertir aquel proceso circular que han llamado ‘repetición de la pobreza y de la marginalidad’”.

Desde la Vicaría de Pastoral Social Caritas y desde la Iglesia, hay un largo compromiso por defender y promover el Trabajo Decente, entendiendo que este trabajo permite contar con adecuadas condiciones laborales, remuneraciones justas, estabilidad contractual, protección social para los trabajadores y trabajadoras, organización sindical y un equilibrio entre el empleo y la vida familiar.