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Al servicio del mundo laboral y sindical

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EDITORIAL Perfil ético de la dirigencia sindical


Irene-CelisEl/la dirigente/a sindical es y está al frente de un sector importante del movimiento social, es parte de una comunidad laboral, por tanto, tiene la responsabilidad de transformar los intereses individuales en intereses colectivos, orientar, educar y encaminar la acción de sus dirigidos. Debe recoger los intereses individuales, agregarlos y procesarlos, y en función de las propuestas transformarlos en colectivos.

Irene Celis Ramírez
Área Animación Laboral, Vicaría de Pastoral Social Caritas.

Cuando postulo para un cargo en la directiva de mi sindicato, ¿Lo hago por lograr el bien común para los/as asociados/as? ¿Para mi desarrollo personal? ¿Para mejorar mi situación laboral y/o económica? Puede haber una multiplicidad de factores que hacen que un trabajador/a decida postularse para ser director de una organización sindical, pero ¿qué nos dice la ética al respecto?

Esta hace referencia a un conjunto de normas y valores que deben regir dentro de la directiva de una organización, como, por ejemplo: “ser consecuente con lo que digo y hago; procurar educarme tanto en lo laboral como también en lo social; tener integridad; empatía; ser democrático/a; tener carisma; iniciativa; ser un buen/a comunicador/a; tener autoridad moral; dar credibilidad y confianza”.

La Ética Sindical, como tal, es fundamental, porque contribuye a una relación de confianza con nuestros/as asociados/as, dado que, diariamente un dirigente/a se ve enfrentado/a a diferentes situaciones con el empleador, el gobierno y otros sindicatos, así como también, con sus bases.

Sin embargo, en la actualidad el mundo sindical está lleno de vicios que fueron siendo aceptados por muchas cúpulas sindicales, lo cual se acrecentó más aún al introducirse el artículo 274 al Código del Trabajo, que otorgó fuero sindical a los/as dirigentes/as de organizaciones superiores (federaciones, confederaciones y centrales sindicales) sin necesidad de ser dirigente de un sindicato base. El argumento en la época fue que, se perdían muchos dirigentes que realizaban una muy buena labor sindical en las organizaciones superiores cuando no eran elegidos en sus sindicatos bases. Este hecho fue muy mal mirado por las bases, sin embargo, a lo largo del tiempo se fue aceptando.

Lo anterior, provocó también que algunos/as dirigentes/as sindicales perdieran totalmente el contacto con las bases que los eligieron, transformando su trabajo en la organización superior, en una carrera laboral y personal.

La ley laboral chilena está hecha para atomizar al mundo sindical, dado que, en una empresa se puede formar uno o varios sindicatos solo requiriendo pequeñas normas a cumplir, con lo cual es posible crear prejuicios y desprestigios entre los propios sindicatos para captar más asociados y así mantener un control sobre los/as trabajadores/as y la empresa. Asimismo, se puede mantener varios trabajadores/as con fuero y dirigentes con muy poca representatividad. En esta realidad, se pierde la ética cuando afirmamos que un dirigente/a debiera tener autoridad moral.

Existen otras conductas de los/as dirigentes/as sindicales que pueden afectar a la organización y detienen su crecimiento y confiabilidad, por ejemplo, la falta de compromiso, corrupción, no respetar los estatutos, malgastar los recursos, concentrar el poder, escudarse en el sindicato para hacer actos indebidos, vender el sindicato por beneficios personales o por guardar silencio, callarse ante situaciones de violación de derechos, no escuchar, estar contra sus compañeros/as, no informar y capacitar a sus socios/as en las leyes laborales para mantener el poder sobre ellos y hacerse indispensables.

En una ocasión una empresa de transportes colectivo, decidió despedir a 30 de sus trabajadores de un total 1.500. ¿Cuál fue el motivo?, los buses que conducían estos trabajadores frecuentemente estaban descompuestos por roturas de alguna de sus piezas. El equipo técnico que revisaba y daba mantención a estos buses concluyó que, los desperfectos eran ocasionados por los propios conductores. Por lo cual, fueron despedidos los 30 trabajadores sin ningún tipo de indemnización, por los actos cometidos a los buses que tenían bajo su responsabilidad. Estos trabajadores rápidamente formaron un sindicato para dejar sin efecto los despidos amparándose en el fuero sindical que le proporciona la ley.

Esta acción desde un punto de vista ético es condenable, con el agravante de fomentar la dispersión sindical. Quizás lo más prudente hubiese sido hacer una demanda por despido injustificado. Pero ¿Tenían estos trabajadores argumento para esto? ¿Era la mejor vía para mantener sus puestos de trabajo?

Mientras el mundo sindical no avance en recuperar su credibilidad con acciones reales, más allá de las palabras, será difícil salir del estancamiento y el desprestigio. Hay que re encantar a ese 70% de trabajadores y trabajadoras que no creen en la organización sindical.

“Los dirigentes sindicales, para merecer plena confianza de los asalariados, han de ser escogidos por ellos mismos, entre quienes conocen las condiciones del trabajo en su estructura compleja y han podido experimentar la justicia de las reclamaciones que presentan”. Padre Alberto Hurtado, SJ