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“Las organizaciones fuertes definen sus condiciones de negociación”


ENTREVISTA: Miguel Angel González, secretario general del SINAMI conversó con Sindical.cl sobre la realidad actual del sindicalismo en nuestro país. Cuestiona duramente la legislación laboral chilena y se hace cargo de las cifras de sindicalización.

Por: Rebeca Araya Basualto

 

Como la mayor parte de los dirigentes de su generación, Miguel  Ángel González es hijo de un líder sindical. Siguiendo los pasos de su padre, en 1979 llegó a presidir el sindicato de la empresa Pizarreño, lo que terminó en su despido. Militó en el Partido Comunista hasta 1990 y desde esa militancia  formó parte de la reconstrucción del movimiento sindical post dictadura. Fue “el cuarto hombre” de  la CUT  hasta su renuncia y posterior  expulsión del PC, según él: “Entonces, como ahora, la dirigencia de la CUT se reparte entre militantes de partidos y esa militancia es más importante que la representatividad ante organizaciones de los trabajadores”.

Alejado de la CUT se concentró  en su organismo de origen, el Sindicato Interempresas Nacional de Montaje Industrial, Obras Civiles y Actividades Anexas (Sinami), uno de los más fuertes de la minería nacional, “con 60.000 representados  con  cotizaciones al día”, especifica González. El sindicato cuenta con  una línea aérea al servicio de los afiliados,  que inició operaciones en agosto de 2012, y diversos beneficios obtenidos por dirigentes que negocian partiendo de una premisa que su secretario general expuso así a El Mercurio, en mayo de 2008:

-““Cuando un país está bien armado, nunca va a ir a la guerra, porque el otro sabe que está bien armado. En el caso del Sinami, nos propusimos crear una organización fuerte, con recursos, autónoma, que no dependiera de los partidos”.

“A los grandes inversionistas no les sirve llegar a acuerdos con un sindicato, si la Ley permite que al día siguiente se instale otro al lado del que negoció y el proceso tenga que recomenzar.”

Polémico y controvertido entre los suyos, en 1985 lideró la toma del  mineral de Chuquicamata, estuvo preso en el Regimiento de Calama y fue parte de la paralización de subcontratados de El Abra que, en 1995, terminó con 9 trabajadores muertos. Algunos sostienen que su viraje desde aquel líder incendiario al dirigente que hoy privilegia la  búsqueda de acuerdos,  es resultado de un enorme pragmatismo que lo lleva a conciliar en exceso. Por su parte El Mercurio señala que los logros y beneficios obtenidos dan cuenta de que “la gran minería compró la paz con González a un precio muy alto”.

Al terminar un año marcado por los conflictos en esta rama de la producción, Sindical.cl conversó con Miguel Ángel González sobre los obstáculos y proyecciones del sindicalismo  chileno.

EL PECADO ORIGINAL

A juicio del dirigente, en la base de la desmedrada situación del sindicalismo actual está “La mal llamada ‘libertad sindical’ establecida en el primer gobierno de la Concertación con el propósito de reemplazar las limitaciones impuestas por la dictadura por una libertad irrestricta, que permite formar diversos sindicatos dentro de una empresa. Este enfoque, profundizado en las administraciones siguientes, derivó en atomización y debilitó la capacidad negociadora del sindicalismo”.

Afirma que en los últimos años, la cantidad de sindicatos ha aumentado,  pero su cantidad de socios ha disminuido. “Por otra parte –señala-  cualquier trabajador que pague el 75% del valor de la cuota ordinaria, adhiere a los beneficios obtenidos por el sindicato, sin necesidad de integrarse a él”.

¿Hubo intención de beneficiar a las empresas con estas medidas?

No es tan claro. Yo represento un sindicato que negocia fundamentalmente con trasnacionales, que son las que hoy controlan el negocio de la minería. Y todos esos proyectos que implican grandes inversiones, requieren una cierta estabilidad de las condiciones de negociación. A los grandes inversionistas no les sirve llegar a acuerdos con un sindicato, si la Ley permite que al día siguiente se instale otro sindicato al lado del que negoció y el proceso tenga que recomenzar.

¿Fue un error de análisis lo que condujo a la legislación actual?

Yo creo que fue apresuramiento, insuficiente análisis y muy poca discusión. Cuando se tomaron estas medidas, creo que muy pocos previeron el impacto que tendrían para limitar el poder del sindicalismo como instrumento regulador del mercado laboral.

CLIENTES O MILITANTES

“Hemos creado beneficios propios del sindicato y pactamos con la empresa que esos beneficios son sólo para nuestros asociados.”

González señala como una consecuencia de la fragilización del sindicalismo el incremento del nivel de conflictividad y precisa al respecto: “Hay dos tipos de conflicto: el conflicto regulado o huelga y el conflicto no regulado, que son tomas, paros, etc. Lo que muestra la estadística oficial son los conflictos regulados. En la minería, en el norte, donde hay muchos trabajadores no sindicalizados que –en consecuencia- no tienen capacidad de negociar, paralizan actividades, se toman las faenas o la mina y ese conflicto no aparece en ningún lado. Las estadísticas oficiales sólo dan cuenta parcial del incremento del conflicto laboral en el país”.

¿Y este escenario, por qué  no se incrementa la tasa de sindicalización?

Porque el trabajador no ve en el sindicato un medio para luchar por sus derechos. Por otra parte, una cosa es que se incrementen los conflictos y otra es lo que se gana a través de ellos. Si en un conflicto  no se gana lo esperado, muchos se retiran del sindicato, porque se relacionan con la organización como clientes. Este es un cambio sociológico de gran importancia. Antes el trabajador pertenecía al sindicato, era militante de su organización y ganara o perdiera un conflicto, permanecía en las duras y las maduras.

¿Habla de conciencia de clase?

Obvio. Permanecías junto a los tuyos, te sentías trabajador y peleabas con y por tus iguales. Hoy, tenemos que forzar la mano. Por ejemplo, en SINAMI asumimos que los beneficios obtenidos a través del convenio colectivo, de acuerdo a la Ley son extensibles a trabajadores no sindicalizados. Ese es un hecho. Pero hemos creado beneficios propios del sindicato y pactamos con la empresa que esos beneficios –por ejemplo traslado a través de la línea aérea- son sólo para nuestros asociados. Antes el trabajador de Concepción que iba a trabajar al Norte se demoraba 36 horas en bus y hoy 2 horas en avión. Pero para acceder a este y otros beneficios,  tiene que afiliarse al SINAMI. Hemos buscado modos de hacernos fuertes pues, de otro modo, no hay oportunidad de negociar a favor de los trabajadores.

¿Qué opina del proyecto de sindicalización automática hoy en discusión?

Que se requiere un proyecto de sindicalización obligatoria,  a sindicatos únicos y por rama de actividad. Lo otro –que cada trabajador decida al ser contratado a qué sindicato se afilia- es fortalecer la libertad sindical que debilitó y menoscabó el sindicalismo todos estos años.

¿No atenta esa propuesta contra el derecho de los trabajadores de elegir la organización a que se afiliarán y aún el hecho de sindicalizarse?

No. La libertad del trabajador pasa por elegir a sus dirigentes, por participar en la creación de la política a través de la cual el sindicato defenderá sus derechos, por beneficiarse de los logros colectivos. No basta una nueva ley para recuperar el derecho a negociar con la empresa en condiciones equilibradas. Ese derecho lo obtiene la gente, en la medida que esté organizada. De hecho SINAMI es un sindicato interempresas, es decir, a Ley no nos permite negociar. Pero somos el sindicato que más negocia en Chile y venimos haciéndolo desde 1980. Lo que los trabajadores tenemos que lograr son las bases para tener organizaciones fuertes, porque teniéndolas definiremos cómo, cuándo y qué negociar.