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Al servicio del mundo laboral y sindical

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Francisco Jiménez, pdte Usec: “Garantizar el derecho a trabajar es un reconocimiento a la dignidad”


Copy of PARA SINDICAL.CLEl proceso constituyente para una nueva Carta Magna para Chile ha puesto en la mesa entre distintos temas, la relación y diálogo que se espera entre el mundo empresarial y los trabajadores. Se trata de establecer un parámetro básico de comunicación que permita construir, por ejemplo, espacios laborales más solidarios, más equitativos, pero sobre todo un lugar donde se promueva el reconocimiento del aporte de los trabajadores/as al crecimiento de la empresa.

 Sindical.cl, en su misión de visibilizar el trabajo sindical y laboral conversó con el presidente de la Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos, Francisco Jiménez, quien entregó su punto de vista sobre el mundo sindical y desarrollo empresarial.

¿Cuál es el análisis que tienen respecto a la pandemia y los efectos que esta tiene en las y los trabajadores y empleadores?

No podemos hablar en representación de los empresarios como gremio, sino de las motivaciones y preocupaciones de los empresarios, ejecutivos y emprendedores cristianos que participamos en USEC. Con la convicción de que había que impregnar de justicia las estructuras sociales, esto es, la forma de relacionarnos, partiendo por las del trabajo, San Alberto Hurtado impulsó la formación de líderes sindicales y de líderes empresariales, a través de la ASICH y de USEC, respectivamente, desde hace 73 años.

La creación de USEC fue parte de la solución que San Alberto Hurtado encontró para enfrentar los graves problemas sociales de su tiempo y hoy, 73 años después, la crisis social, económica y sanitaria, nos presenta un problema similar, porque ha visibilizado carencias y malestares sociales que se habían incubado a lo largo del tiempo. Particularmente, enfrentamos hoy el drama de la gran pérdida en puestos de trabajo y el cierre de muchas pequeñas, medianas y en algunos casos grandes empresas, cuyos mercados se han visto afectados por las cuarentenas y la falta de demanda en sus productos o servicios. Hay aquí una urgencia, por generar las condiciones que faciliten la recuperación de estos empleos una vez normalizada la situación de pandemia. Por otra parte, la obligación para muchos, de adoptar la modalidad de trabajo remoto desde sus casas, aceleró procesos de modernización y digitalización, muchos de los cuales se quedarán y permitirán mejorar la calidad de vida y productividad de quienes puedan mantenerse en esa modalidad.

¿Cuál es el análisis que existe detrás respecto a las medidas tomadas por el gobierno?

La pandemia global levantó muchos problemas en todo el mundo, no sólo sanitarios sino que también sociales y económicos. A la hora de determinar políticas para enfrentar los efectos de la pandemia debemos, por lo tanto, poner en la balanza todos los bienes que están en juego: la salud física de las personas, su salud mental, los puestos de trabajo y la sustentabilidad de las empresas, especialmente las pequeñas y medianas. En el caso de Chile y gracias al responsable manejo macroeconómico de las últimas dos décadas, enfrentamos la situación, desde una posición privilegiada respecto del vecindario.

En ese contexto, algunas medidas que ha propiciado el actual Gobierno, como son las cuarentenas, las restricciones de movilidad por toque de queda y las transferencias directas, pueden funcionar en la medida en que se entiendan como una medida transitoria y de corto plazo. El problema es que en algunos casos, se han transformado en medidas casi permanentes, restringiendo en la práctica la libertad de trabajo, impidiendo a miles de familias conseguir el sustento necesario por sus propios medios, dependiendo de las ayudas que entrega el Gobierno; dejando a miles de niños imposibilitados de asistir a clases presenciales y a otros fuera de las clases virtuales por la falta de conectividad y/o de acceso a ella, que aún existe en algunos sectores de nuestro país; y aumentando los problemas de salud mental a causa del encierro. La comparación internacional, si bien debe hacerse con consideraciones especiales y cuidadosas, ha mostrado que nadie estaba realmente preparado y que no existe una fórmula perfecta para enfrentar la pandemia. El tiempo y la historia podrá determinar si un Gobierno hizo mejor o peor las cosas.

En cualquier caso y entre las acciones que parecen acertadas, está la oportunidad y ritmo de la vacunación. La vacunación es indudablemente una política que hay que promover y destacar. Desde las empresas debemos dar todas las facilidades a los colaboradores que todavía no se han vacunado para que lo hagan prontamente, y fomentar que los integrantes de sus familias se vacunen, respetando siempre la libertad de las personas para decidir.

¿Cuál es la lección que ha dejado la pandemia?

Una de las lecciones que nos está dejando la pandemia, es que este tipo de crisis, debe ser enfrentada por el Estado en su conjunto, de modo coordinado. En este sentido, entendemos que la autorización de retiro de fondos previsionales, constituyó una ayuda necesaria para muchas personas, que debieron sacar de sus ahorros, una parte para enfrentar una emergencia, sin embargo, se pudo hacer de mejor forma. Pensamos que es necesaria una nueva etapa y que las transferencias directas den paso a la recuperación económica y de los empleos perdidos. El trabajo es por lejos la mayor acción de transformación social, dignificando a todo aquel que accede a él y a las familias que se benefician de sus frutos. Como cristianos creemos que el trabajo no sólo permite llevar el sustento a nuestras familias y contribuir al desarrollo del país, sino que es un lugar de realización material y espiritual. Como dice el Papa Francisco en su última encíclica, “cada hombre está llamado a promover su propio progreso, y esto incluye fomentar las capacidades económicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas”. Debemos buscar vivir bien, plenamente. Garantizar el derecho a trabajar es un reconocimiento a la dignidad de las personas, de que podemos sacar adelante a nuestras familias por nuestros propios medios, de que podemos adquirir virtudes por medio del trabajo y de que podemos aportar con éste al progreso del país.

¿Qué esperas que suceda con el cambio de la constitución y la manera en que comprendemos hoy el trabajo?

Respecto del proceso constituyente, lo vemos con optimismo y esperanza, que sea una oportunidad para reencontrarnos como sociedad y construir un acuerdo común que nos permita un mejor país para todos. Y en las empresas tenemos mucho que hacer. En USEC tenemos la convicción de que es necesario que todos participemos activamente en este proceso. La participación social, política y económica es una forma decisiva que tenemos cada uno de nosotros de contribuir al bien común y, en este caso, de que el resultado del proceso constituyente sea la mejor constitución posible, que nos reúna como comunidad política. Y hay varias formas de hacerlo.

En primer lugar, nos compete la generación de un ambiente propicio al interior de las organizaciones que lideramos, que fomente el diálogo y permita la formación y educación cívica de nuestros colaboradores, y de nosotros mismos. También resulta fundamental adecuar las expectativas respecto de qué puede ofrecer una Constitución, qué se puede esperar de ella y qué no. También debemos promover activamente ideas que alimenten a la Convención, compartiendo la experiencia y el conocimiento del mundo empresarial en la creación de capital no solamente económico, sino también social y espiritual, lo cual es una contribución decisiva al bien común.

Con respecto a los contenidos que nos gustaría que inspiren la nueva Constitución, una base adecuada son los principios de la Doctrina Social de la Iglesia –la dignidad humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad, la libertad y la participación–, ya que hacen sentido a la gran mayoría del país y creemos que deben seguir estructurando nuestro orden social, económico, político, cultural y religioso. En ese contexto, desde USEC tenemos la convicción de que la prioridad y la iniciativa en la resolución de los desafíos públicos la tenemos las personas y las organizaciones de la sociedad civil, entre ellas, las empresas. El Estado, por su parte, debe establecer reglas y regulaciones claras, generar las condiciones para que florezca el despliegue de la libertad y creatividad humana, el emprendimiento en todas sus dimensiones y la creación de empleo, y participar directamente sólo en todas las áreas donde los privados no puedan hacerlo adecuadamente o no pueden proveer ciertos productos o servicios a toda la población.

En ese sentido, todo el orden político, económico y social debe poner en el centro a la persona y al bien común en el horizonte, buscando siempre el pleno desarrollo, material y espiritual, de cada integrante de esta sociedad, en sus familias y organizaciones, especialmente de quienes más lo necesitan.

Estamos seguros de que Chile saldrá bien parado de este desafío, pero requiere de reglas claras que lo permitan y, aún más importante, de una sociedad unida en torno a esta causa, de que recuperemos esas ganas de vivir juntos y de que juntos busquemos lo mejor para todos. Siguiendo el llamado del Papa Francisco en su última encíclica Fratelli Tutti, “una cosa es sentirse obligados a vivir juntos, y otra muy diferente es apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar juntos”.