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Secretaria General del MMTC: “Los trabajadores son dueños de parte del capital”


ENTREVISTA: En su paso por Chile, la Secretaria General del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos Betina Beate, repasa su historia en una organización que convoca a dirigentes sindicales de 4 continentes.

Bajo la convicción de que los trabajadores deben seguir la lucha “para tener una vida justa y digna para nuestros hermanos”, la Secretaria Ejecutiva del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, Betina Beate, se tomó una pausa entre las diversas actividades que debió realizar en Chile, para reflexionar sobre el escenario laboral latinoamericano. Luego de cinco años sin visitar nuestro país, regresó para participar del seminario sudamericano organizado por la entidad que representa, donde la migración laboral y su impacto en la familia fueron los temas de profundización.  Al encuentro asistieron dirigentes de Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Brasil, Argentina y Chile.

Con presencia en cuatro continentes, el MMTC tiene entre sus filas a líderes que han militado en movimientos sociales de Europa y Latinoamérica. En Chile, tiene representación a través del histórico Movimiento Obrero de Acción Católica (MOAC) cuyo asesor era el padre Pierre Dubois, recientemente fallecido.

Precisamente la muerte del sacerdote obligó a Betina a modificar su agenda. Dubois era para el sindicalismo chileno algo que traspasaba la sensibilidad de esta dirigente de nacionalidad ecuatoriana radicada en Alemania. “Si me preguntas a mí como veo la situación de la Iglesia en Chile, hemos tenido suerte de ser acompañados por una persona como él”, coinfidencia en medio de una conversación en que aprovecha de tomar el pulso de la actividad laboral y sindical a nivel mundial.

La voz de los trabajadores

¿ Cómo visualizas el escenario laboral a nivel internacional?

Yo no puedo hacer una visualización de América porque hay grupos muy diferentes. En Brasil hay grupos que cumplirán 50 años y en otros países como Nicaragua, hay movimientos que recién se están instalando.

Sin embargo todos nuestros grupos tienen algo en común: trabajan con un método llamado Revisión de Vida, que es el Ver-Juzgar y Actuar. Gracias a este ejercicio, analizamos nuestras acciones.

En Europa, -dice- la situación es un tanto complicada, por la crisis económica. Más del 50 por ciento de los desempleados son del mundo juvenil y el 23 por ciento están ligados a trabajadores adultos. También tenemos dificultades con la Iglesia, pues nos entristece que no se tenga ninguna postura al respecto. La gente está insistiendo sobre estos aspectos, pero sin mucho apoyo eclesial.

¿Cómo son los matices existentes en Europa y Latinoamérica?

Voy a focalizarme en lo positivo. Hay Iglesias que no apoyan en absoluto a nuestros grupos, hay países donde somos tratados como comunistas y en otros, como gente muy conservadora. Nosotros no trabajamos con esa clase de Iglesia,  nos enfocamos en comunidades donde predomine lo social y pastoral. Queremos destacar los aspectos del Evangelio donde Jesucristo deja claro que la Iglesia trabaja con los más necesitados y no con los más ricos. No en todos los países existe una Iglesia que trabaja connosotros y para nosotros. Pero en el caso que exista, ésta se compromete a ser la voz de los trabajadores, por medio de sus padres, formadores laicos y de sus militantes mismos de comprender situaciones laborales y expresarlas. Así como lo dicen las encíclicas papales, dejamos bastante claro que los trabajadores son dueños de parte del capital como trabajadores.

Iglesia Social

¿Cómo ha visto la acción sindical en Chile?

Estuve muy contenta de acompañar a los representantes del mundo del trabajo en Chile. Hasta hace algunos años, la Iglesia era la única voz que tenían los trabajadores ante la terrible represión. Con la cruel dictadura, hubo muchos padres extranjeros que perdieron su vida aquí y otros que consiguieron para un poco de crueldades que habían por el simple hecho de ser extranjeros. Tenían un estatus diferentes y eso ayudó en especial al pueblo trabajador.

¿Cómo surge el deseo de acompañar a los trabajadores desde la mirada cristiana?

Desde que tuve 13 años me molestó muchísimo ver a los niños que trabajan en malas condiciones en la calle. Ellos trabajan hasta las 2 de la mañana, descalzos en medio de una ciudad (Quito) que está a 3 mil metros de altura y  con temperaturas bastante bajas por la noche. Esa fue la motivación que me hizo trabajar en la Iglesia.

Cuando cumplí los 18, decidí partir a Europa, viví en Alemania y conocí al movimiento de Trabajadores Cristianos en ese país. Me hice militante y me gustó siempre que en Alemania la Iglesia fuera muy social, abierta a las causas de la gente. Su historia de persecución ha estado marcada en ellos.

Fue una lucha de corazón y esto me ha llamado la atención. Es lo que me gusta de los movimientos, que son luchas encarnadas por los mismos trabajadores, por creencias de la clase trabajadora, de que nosotros somos seres humanos, cristianos y debemos seguir con esa motivación. Una vida justa y digna para nuestros hermanos.