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EDITORIAL #SueldoÉtico400mil


padre_andres_moroHan pasado casi 10 años desde que el Obispo Alejandro Goic, y la Iglesia Católica por su intermedio, propusieron un sueldo ético de 250 mil pesos y recién el sueldo mínimo está alcanzando esa cifra.

Hemos conocido el llamado que Monseñor Goic hace al país a desafiarnos con un nuevo sueldo ético que esté cerca de los 400 mil pesos. Más allá de la nueva cifra propuesta, nos parece relevante generar un consenso respecto de que la gente que gana 250 mil pesos simplemente no puede vivir dignamente. Según la nueva medición de pobreza multidimensional de la Encuesta Casen, en Chile casi un millón de personas se encuentra bajo la línea de la pobreza a pesar de tener un contrato de trabajo. Esto es una situación escandalosa.

Un sueldo ético reconoce la dignidad del trabajo, las necesidades de las familias, el acceso a la educación, la salud, la vivienda y un tema que a veces es olvidado, la posibilidad de que la familia pueda ahorrar y tener una garantía para su futuro.

Seguramente habrá críticas a la nueva propuesta de sueldo ético por un cálculo no preciso ni técnico y tendrán razón, ya que no somos expertos en economía, pero somos pastores que conocemos los dolores y sufrimientos del pueblo al que acompañamos, y por eso nos sentimos con la obligación moral de denunciar aquellas situaciones que atentan contra la dignidad de la persona y que no les permiten vivir una vida plena. En este sentido recordamos las palabras que en su paso por Chile nos dijo el Papa Juan Pablo II: “los pobres no pueden esperar”. El Pensamiento Social de la Iglesia nos enseña que “El bienestar económico de un país no se mide exclusivamente por la cantidad de bienes producidos, sino también teniendo en cuenta el modo en que son producidos y el grado de equidad en la distribución de la renta, que debería permitir a todos disponer de lo necesario para el desarrollo y el perfeccionamiento de la propia persona”.[1]

Como Iglesia creemos que el salario digno, cuya base es el salario ético, es el fruto legítimo del trabajo, y más aún está íntimamente relacionado con la dignidad de toda persona e hijo de Dios. De hecho San Ambrosio planteará que “negar a un hombre el salario que necesita para su vida, es un homicidio”.[2] Por eso la temática principal de la semana del trabajo 2016, en la que celebramos a los trabajadores y las trabajadoras en Santiago, es el salario ético, inspirados por el lema “si juntos trabajamos, juntos cosechemos”.

La invitación que queremos hacer a todos los sectores, a partir de las celebraciones del día del Trabajador, es que dialoguemos y tengamos certeza de cuánto se ha encarecido el costo de la vida en los últimos diez años y que en ese espíritu nos preguntemos: ¿Cuál es el sueldo digno para que todos los chilenos dispongamos de lo necesario para nuestro desarrollo y el perfeccionamiento de la propia persona?

[1] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Nº 302.

[2] Libro de Tobías, 92, citado por Raúl Silva Henríquez en “Justicia y Caridad en San Ambrosio”.