Hay momentos en la vida de los países en que las disyuntivas no solo implican cifras macroeconómicas o estadísticas de desarrollo social, sino que se refieren a la vida o a la muerte de un número elevado de sus ciudadanos; personas con rostros, familias y esperanzas concretas.
Confederación Fenpruss
La pandemia nos ha puesto en uno de esos momentos que se suceden una vez cada décadas. Hoy vemos a las autoridades desconcertadas en cada aparición pública, huyendo de las preguntas o encerrados en discursos que no convencen. Pero no ceden. En la semana que pasa el Colegio Médico y economistas de un amplio espectro político hicieron una propuesta de gasto social a 18 meses, equivalente a los bonos soberanos del Fondo de Estabilización Económico Social. La apoyaron figuras como el ex Ministro Andrés Fontaine y el mismísimo Andrónico Luksic. Se sumaron también los senadores de oposición. El objetivo de la propuesta es buscar que medidas como la cuarentena sean posibles de implementar para cientos de miles de familias que deben salir a buscar el sustento diario pese a los riesgos sanitarios. Pero tanto esa propuesta como otras no son siquiera consideradas. Insisten en la política del goteo y de la farandulización del asistencialismo.
En lo sanitario la historia es similar: el Ministerio de Salud ignora reiterativa y majaderamente las propuestas de académicos/as, expertos/as en epidemiología y de los gremios de la salud. Al respecto, las últimas intervenciones públicas de quien encabeza el ministerio han tomado ribetes casi circenses, apelando a un inaceptable desconocimiento de las condiciones de vida de grandes segmentos de la sociedad chilena o manifestando que sus proyecciones se derrumbaron como un castillo de naipes.
Habiéndose cumplido ya tres meses desde el primer caso de COVID-19 en nuestro país, las horas más oscuras aún no han llegado. Cada día vemos cómo crecen las cifras de contagiados y fallecidos, sin que estemos seguros de cuándo será el peak. Algunos expertos lo pronostican para julio, conjuntamente con los momentos más crudos del invierno y las enfermedades asociadas.
Como Fenpruss dijimos incluso antes de que el virus llegara a Chile que nuestro sistema sanitario estaba debilitado por años de políticas privatizadoras directas o encubiertas. Expresamos claramente que cuidar a los cuidadores era central para mantener la capacidad de atención, pero poco o nada se ha hecho en la medida necesaria. Seguimos constatando la falta de Elementos de Protección Personal, de protocolos adecuados y de testeos suficientes para el personal sanitario. También faltan residencias sanitarias exclusivas para funcionarios/as y medios de traslado que eviten contagios por exposición al transporte público, entre otros. Para qué decir de las formas cada vez más economicistas y autoritarias de conducir los asuntos públicos de parte de las autoridades locales y nacionales.
Mientras tanto, las y los profesionales, y todo el personal de salud, siguen haciendo lo posible con medios absolutamente insuficientes. Por eso, como dirigentes sindicales y como organización seguiremos en la denuncia y en la defensa de nuestras compañeras y compañeros y de la Salud Pública. Finalmente serán nuestros usuarios y la sociedad quienes hagan el balance de lo obrado por cada cual, una vez que las horas más oscuras den paso a la ansiada normalidad.
Finalmente, es necesario decir que no creemos posible un acuerdo de “unidad nacional” en los términos que ha sido planteado por el gobierno. Nuestro pueblo no le cree a la clase política, ni al Ejecutivo, ni a parte importante de la oposición. Todos los días dan pruebas de que no merecen nuestra confianza. Sin embargo, es urgente, a lo menos, un acuerdo de gasto fiscal para liberar recursos inmediatos que permitan niveles suficientes de subsistencia de la población y medios para fortalecer la lucha en contra de la pandemia y sus brutales efectos.