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Al servicio del mundo laboral y sindical

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Trabajadores de la política callejera


PERFIL: En pleno periodo de campañas electorales, las posibilidades laborales abundan respecto a actividades de promoción y difusión de los candidatos, aunque en informales. Brigadistas de distintos comandos conversaron con Sindical.cl sobre sus labores cotidianas y sus condiciones.

MICHELLE BACHELET

El horizonte de Valentina Molina está en la actividad política. De hecho, a sus 25 años, está muy cerca de titularse como cientista político. Por eso, no dudó en aceptar un trabajo que le permitiera acercarse a ese ámbito y de algún modo llevar sus banderas. Y es que Valentina, literalmente, es una de las responsables de hacer flamear las banderas con el nombre de una de las candidatas presidenciales que aparecerá en la papeleta de las elecciones del próximo 17 de noviembre.

“En realidad no estudié para esto”, reconoce inmediatamente. “Pero mi idea –agrega ilusionada– es entrar al mundo de la política. Este trabajo me ha servido para armar una red de contactos”.

Tras realizar su práctica profesional con el diputado PPD Felipe Harboe, y justo antes que se iniciaran las campañas políticas, le llegó un dato sobre un trabajo esporádico. Se transformaría, entonces, en una más de los tantos brigadistas que invaden las calles en periodos electorales. En este caso, en representación de Michelle Bachelet.

De lunes a viernes, Valentina, en dos turnos de dos horas y media cada uno, se instala junto a un equipo que integran otros jóvenes en distintos lugares de la ciudad. A ella y su grupo le han asignado las salidas de las estaciones de Metro Cal y Canto, Patronato y Tobalaba.“Nos van cambiando permanentemente. Así no nos encariñamos con la gente. Por ejemplo, hoy en la mañana estoy en Tobalaba, pero en la tarde tengo que ir a Cal y Canto”.

La familia de Valentina vive en Rancagua. Ella, en Santiago, cerca de la estación de Metro Los Héroes.

–¿Qué opina tu familia de que trabajes para un comando político?

–A mis viejos les da lo mismo. Al final es trabajo. El problema es con los amigos y compañeros de universidad. Me tratan de mercenaria, de vendida. Las lucas son las lucas. Además les digo que voy con la ganadora. Es distinto cuando conoces de qué se trata la política. El romanticismo de las marchas se muere. Yo entiendo las cosas diferentes a como las ven mis compañeros”.

Pero los cuestionamientos familiares van por otra parte. El foco de atención radica en su rol de politóloga. “Les preocupa de porqué estoy tan abajo en la pirámide, además de los peligros del trabajo”, confiesa Valentina.

Para la futura cientista política las distancias y los traslados dentro de la ciudad no son un problema. A esto se suma la comodidad de los horarios de trabajo: por las mañanas, de 11:30 a 14:00 horas, y por las tardes, de 17:30 a 20:00 horas.Con una gran sonrisa, y sintiéndose una privilegiada, destaca la compatibilidad con sus estudios. “Tengo la tarde libre para ir a clases y hacer lo que me gusta. Después, trabajo un rato y vuelvo a mi vida normal”.

–¿Qué pasa cuando tienes algún inconveniente y no puedes llegar a trabajar?

–Es un horario súper flexible. Si tienes clases, hablas con el supervisor, que también es joven. No es una pega estricta, así es que si faltas no te pagan y punto.

Por las cinco horas de trabajo Valentina recibe doce mil pesos líquidos, considerando un pago semanal según los días trabajados. “Igual está bien. Recibo semanalmente 84.000 pesos que no es menor para mí que estudio y vivo sola. Si lo sumamos, gano mucho más que el sueldo mínimo, y por menos horas de trabajo”.

Pero Valentina no sólo se preocupa de que la bandera flamee a la vista de los transeúntes. Aunque no está previsto originalmente, el trabajo implica otras aristas. Incluso, una alta capacidad resolutiva frente a situaciones inesperadas.

“La gente se acerca a conversar sobre el tema, y como a mí me gusta la política, me llena un montón.Yo podría hacer un estudio de caso, sólo con el boca a boca. La encuesta CEP yo la haría ahora, aquí en Tobalaba. La gente se acerca y te conversa, por lo que podrías hacer un estudio de caso respecto al perfil de la gente sólo con observarlas. De hecho yo las miro y ya sé a quién ofrecerle una chapita de Bachelet”.

–¿Consideras que es un trabajo compatible con tus ideas políticas?

–Trabajar para esta candidata es afín con mis ideas. Por último, se trata del mal menor, pues jamás trabajaría con Evelyn Matthei.

 La necesidad tiene cara de hereje

A Bastián Jorquera no le atrae la política. Sin embargo, diariamente se relaciona con ella. Salvo el lunes, que se dedica a sus clases de visitador médico en un instituto, el resto de la semana está destinada precisamente a la política. Con 20 años, Bastián es el encargado del stand de la candidata presidencial Michelle Bachelet, en el mismo equipo de trabajo de Valentina. Y si bien reconoce que es la primera vez que incursiona en una actividad de este tipo, sus experiencias laborales siempre han estado ligadas a la calle, principalmente como comerciante, pero siempre en contacto con la gente.

“El trabajo me llegó a través de un correo electrónico. Ahí me ofrecían diferentes actividades, como mover la bandera o entregar chapitas. Nunca antes había estado en algo así. Seguramente me contactaron a través de alguna base de datos”.

Bastián vive en la comuna de Cerro Navia, junto a sus padres. Fueron ellos quienes le aconsejaron aceptar el trabajo. “Grandes problemas de plata gracias a Dios en mi casa no hay. Mi papá y mi mamá tienen una buena pega. Me dijeron que como tenía harto tiempo, aprovechara y juntara mis lucas, así es que acepté”. Anticipándose a cualquier pregunta, el propio Bastián se refiere a ellos. “Mi papá nunca ha votado y mi mamá apoya a Bachelet”. Claro y preciso.

Tal como Valentina, también Bastián debe trabajar en distintos lugares de la ciudad, siempre en las salidas de algunas estaciones de Metro. “Hasta Tobalaba me demoro entre una hora y 45 minutos. La mitad del tiempo cuando trabajo en Cal y Canto”. Las distancias no son el problema. “El tema de que nos estén cambiando igual me complica”, asegura.

La jornada de Bastián es continua, y más extensa que la de Valentina. Diariamente, debe instalarse a las 11:00 de la mañana y armar el stand que sirve de punto de referencia para todo el equipo y como polo de atracción para los transeúntes, y que cuenta con el necesario permiso municipal. El trabajo termina a las 20:00 horas, durante el cual Bastián entrega folletos y chapitas con la imagen de la candidata. “Hay que estar en ruta a las once en punto y atento a cuando aparece un camión que nos entrega todos los materiales. En la tarde, el mismo camión retira todo”, explica con un gran sentido de responsabilidad y compromiso.

–¿Y si tú faltas, nadie trabaja?

–El punto siempre va a estar, aunque falten personas. De hecho, siempre nos entregan más banderas de los que están trabajando en un punto.

–¿Te sientes en algún momento como vocero del comando de Bachelet?

–Uno igual tiene que informarse, porque la gente se acerca y nos pregunta por las propuestas y por los candidatos, por cual consejero regional tienen que votar. Cuando viene el supervisor también le pedimos información.

Proporcionalmente, el pago de Bastián es mayor que el de Valentina, pero también su frustración y desencanto de la política.Para él, la situación es simple. Tiene la seguridad de un trabajo que le permite generar recursos y compatibilizar los horarios con sus clases. Pero también está muy seguro de que en ningún caso seguiría el camino de la actividad política. “Generalmente participo en marchas estudiantiles y en protestas. Y como se dice, la necesidad tiene cara de hereje. Mis ideales políticos están súper alejados de Michelle Bachelet, y más alejados de Evelyn Matthei”.

La buena fe en el otro

Las condiciones laborales en una actividad como ésta no son las óptimas. En realidad, son bastante limitadas. Valentina y Bastián lo saben, pero no se quejan. Ante todo privilegian la flexibilidad horaria y la remuneración que reciben cada semana.

Por ejemplo, permanentemente están expuestos a las condiciones climáticas. “Nos entregan un bloqueador solar para protegernos del calor”, responden ambos. Si se trata de la alimentación, cada uno se las arregla como puede, pues no cuentan con un lugar para comer. “A veces nos dan un bono de alimentación”, agrega Bastián. ¿Acceso a un baño? “Sólo la buena voluntad de los locatarios”, complementa Valentina.

También las diversas reacciones de peatones y automovilistas es parte de las variables a considerar. La seguridad y la integridad física es un tema que está presente, pero tampoco lo consideran un obstáculo.

Según Bastián, “el público de la mañana es más pesado. No te pesca porque va atrasado. En la tarde la gente anda más relajada”. Desde la perspectiva de Valentina, “uno recibe insultos indirectos. Poco menos que uno es estúpido por estar en esto. O también mercenario, por hacer la pega de estar mostrando a los candidatos. Pero no maltrato físico. Principalmente insultos de señoras y desde los autos”.

–¿Se acostumbran a convivir con esto diariamente?

–Con el tiempo vas aprendiendo a manejar las situaciones. Si alguien te insulta tu respondes que no es mi problema o que es tu opinión” –sentencia Valentina.

–¿Y cuáles son sus condiciones contractuales?

–Sin contrato de ningún tipo. Ni siquiera boleta de honorarios –sentencia Bastián.

–La buena fe en el otro. Hasta ahora no hemos tenido ningún problema –agrega Valentina.

Incluso, ante la posibilidad de verse afectados por algún accidente laboral, ninguno de los dos duda en que el comando los ayudaría inmediatamente.

–¿Se proyectan en esta actividad, más allá de este trabajo puntual?

–Me gusta el tema de la campaña y el marketing. Yo entré a esto con la intención de trabajar en el ámbito de la política, conocer a la gente para después quedarme. Por ahora funciona bien –reconoce con satisfacción Valentina.

–Este trabajo me resulta atractivo por los horarios y las lucas. Pero hacer una carrera ligada a la política, no lo haría, porque mis ideales están muy alejados de la política chilena. Para mí los comunistas y los de derecha son iguales. Los dos roban, mienten y ocultan verdades. Mi punto de vista es más anarquista –asevera Bastián.

Sin embargo, en lo inmediato, están completamente de acuerdo en un punto. Que ojalá se produzca la segunda vuelta en la elección presidencial. ¿Razones políticas? En ningún caso. Las respuestas son más simples. “Más pega”, dice Bastián.“Se amplía el tiempo de trabajo”, confirma Valentina.

 EVELYN MATTHEI

Dejando todo por la campaña

Víctor García, con 25 años de edad, proveniente del norte de nuestro país y dejó todo para unirse a esta campaña presidencial en  Santiago. Anteriormente trabajaba como guardia de seguridad en su Región, pero tuvo que renunciar por problemas de salud; fue en ese momento, en donde lo contactó gente del comando joven de la UDI, para unirse a la gira llamada “Juégatela por Chile”- Esta recorrió desde Arica hasta Valdivia-.

-¿Cuál es la principal motivación para haber aceptado este trabajo?

La convicción de que queremos que Chile siga siendo gobernado por esta misma alianza, además que le creo a la señora Evelyn, la conozco hace 13 años, cuando ella fue candidata al senado. También lo hago para demostrar que los jóvenes sí estamos interesados en la política, independiente que muchos no estemos inscritos en un partido.

Víctor se subió a la gira “Juégatela por Chile” y lo hizo de manera voluntaria, sin ningún tipo de pago, como él aseguró. Ahora en Santiago, junto con apoyar  los banderazos, desarrolla labores en la sección de las redes sociales, con la misión de motivar a los jóvenes.

-¿Cuál es tu horario de trabajo?

-Yo estoy desde las 10 de la mañana hasta la 1 de la tarde, ahí tenemos una hora de colación hasta las 2pm, luego sigo el trabajo hasta las 7 de la tarde, pero igual sigo trabajando desde mi casa por gusto. Igual quiero decir que no es obligatorio venir todos los días, pero yo como soy del norte, me vine a trabajar en un cien por ciento por la campaña, así que vengo todos los días.

-¿Recibes  algún tipo de bono económico y seguro por accidente de trabajo?

-A nosotros nos dan para movilizarnos a través del Transantiago, nos pasan una cantidad x en la tarjeta BIP, además nos dan comida y desayuno. Con respecto a la salud, acá están muy preocupados, si nos pasara un accidente y nos llegan a cobrar algo, lo paga el comando; tenemos  convenio con Clínica Dávila, Posta Central o Sotero del Río.

-¿Tu familia que piensa o pensó de esta radical decisión de venirte a Santiago, solo a trabajar por la candidatura y de forma voluntaria?

-Al comienzo no les gustó, ya que debían aceptar que me fuera  en una gira por todo Chile y luego que me viniera a Santiago. Al principio se enojaron, pero luego vieron que a mí me gustaba estar en la campaña, que hacía nuevos amigos y que lo estaba haciendo por convicción, fue en ese instante donde me respetaron y hoy me apoyan.

FRANCO PARISI

En otra de las esquinas está el stand de Franco Parisi, con algún equipamiento más, entre ellos un televisor LCD que presenta rotativamente videos del candidato. Sus brigadistas también dicen ser voluntarios, ninguno de ellos recibe un pago por su trabajo y dicen realizar esta labor sólo por convicción.

Hernán tiene 41 años y explica que realizan turnos para poder mantener funcionando todo el día el puesto y que hay personas de distintas edades que participan de la campaña. “Hay hasta jubilados que regalan su tiempo para Franco”.

Si le pasara algún accidente mientras está trabajando para el candidato, Hernán está seguro que el comando correría con sus gastos, “están preocupados por nosotros, quieren que nos sintamos bien, no tenemos muchos recursos, pero en lo básico están”.

MARCEL CLAUDE

Finalmente, Berta se queda sola durante la hora de colación para promocionar las ideas del candidato Marcel Claude. Ella explica que también son todos voluntarios, que no recibe ningún tipo de remuneración por su trabajo y que lo hace por una convicción.

“Nosotros no tenemos los recursos de otros candidatos para poder pagarle a la gente”, explica mientras intenta capear el calor detrás del toldo plástico.

Berta tiene 58 años y aunque dice que nunca han tenido algún accidente mientras están en el stand, cree que desde el comando la ayudarían si le pasara algo. Explica además que todos los gastos en los que incurren salen de su bolsillo, tanto movilización como alimentación, ya que la campaña no cuenta con recursos para financiar estos ítems.

“Incluso los afiches a veces los financiamos desde los mismos comandos territoriales”, dice Berta.

ALFREDO SFEIR

Antonia, que prefiere que guardemos su identidad, trabaja de voluntaria en la esquina política del centro de Santiago, Huérfanos con Ahumada. Se desempeña en el stand de Alfredo Sfeir y explica que la campaña del candidato ha buscado ser sustentable como sus propuestas, mientras detalla que los panfletos son de papel reciclado.

En su comando realizan turnos para mantener funcionando el stand, son todos voluntarios pues según ella “no hay plata como en las campañas grandes para pagarle a la gente”. Su turno ha sido de mañana y a las 14 hrs. se lo entregará a una joven para poder ir a almorzar.

“Es mi primera vez en una campaña, y en un partido”, dice Antonia luego de atender a un grupo de jóvenes que le pidieron volantes.

Sobre los accidentes del trabajo, asegura, como en otros comandos, que el Partido Ecologista se haría cargo de ayudarla, ya que está colaborando con ellos, pero no existe ningún tipo de convenio que la proteja.

Desde el mismo partido Ecologista, Leonardo Gutiérrez encargado de comunicaciones, explica que en general no manejan el financiamiento necesario para poder remunerar a las personas que trabajan en las campañas, en general el dinero aportado por ley se utiliza para el material de difusión, pero no alcanza para mucho más. En este sentido, tampoco manejan financiamiento para contribuir con la movilización o la alimentación, salvo casos especiales.



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