Patricio Inostroza R. Miembro del Centro Internacional de Economía Social y Cooperativa de la Universidad de Santiago de Chile
El sábado 3 de julio recién pasado se celebró nuevamente el día internacional de las cooperativas; organizaciones que son parte de la economía social y solidaria pero que aún no son muy reconocidas en todo su potencial, para algunos aún están en una nebulosa de un añejo cuento del siglo pasado. En Chile hoy existen 1.422 cooperativas activas y se constituyen como un modelo empresarial en la que el capital debe conciliar el objeto social de la organización. ¿Y qué tiene que ver esto con el movimiento sindical?, pues definitivamente todo.
Hace muchos, muchos años (tal como cuento de hadas) surgía un movimiento obrero importante, que reivindicaba en plena era industrial los derechos de las personas que trabajaban, promovió la organización colectiva para hacer frente a la miseria de las familias y trabajadores de las industrias, así como diversas experiencias de apoyo mutuo que apuntaban a otorgar mínimas condiciones de apoyo en el ámbito de la salud, la vivienda, la alimentación e incluso la muerte. Así también, al alero de la fuerza del movimiento obrero surgieron diversas corrientes políticas e ideológicas, entre ellas el movimiento cooperativo que a través de distintas reflexiones y prácticas, iniciaron un movimiento que se constituye sobre la base de la ayuda mutua para satisfacer las necesidades de los trabajadores y sus familias. Es posible, que en primera instancia no les “suenen” los nombres de Charles Foruirer, Michel Derrion, William King o tantos otros que estuvieron dispuestos a aventurarse en este movimiento cooperativo. Quizás Robert Owen pueda sonar algo más familiar, quien fue iniciador del movimiento cooperativo a través de los pueblos de la cooperación y promotor de la Gran Unión Consolidada de Oficios durante el siglo XIX, algo muy similar a la primera Federación Sindical o Gremial. Todos ellos buscaron en el modelo cooperativo una respuesta colectiva para enfrentar los distintos problemas sociales de su época.
No es mi intención hacer una revisión histórica, no creo poder hacerlo por lo demás, sin embargo, cuando hoy, en pleno año 2021, me pregunto sobre la oportunidad que tiene la figura cooperativa para las y los trabajadores de nuestro país, en plena crisis económica y social por la pandemia y la revuelta social, incluso más allá, en plena discusión de nuestra nueva constitución, siento una profunda esperanza de que las cooperativas pueden constituirse en el brazo acelerador de la transformación social junto con el movimiento sindical. Por ejemplo, podríamos retornar a instancias que fuesen colectivas, tales como, un supermercado que fuera propiedad de los que compran, como Unimarc que hasta 1975 fue UNICOOP, conformado con el apoyo de la iglesia y trabajadores públicos y particulares (si, las de “¡un asadito!”), o Sodimac, que fue propiedad de las personas que se dedicaban al rubro de la construcción, fundada en 1952 como cooperativa y que hasta 1982 se mantuvo bajo esa figura hasta su venta. Hoy nuestro poder de consumo: dónde, cómo y a quién comprar es muy importante, pero más aún nuestro trabajo, recurso invaluable en cada persona de nuestro país que puede transformar la forma en que nos desenvolvemos como sociedad.
Sin ánimo de contar cuentos, pero sí invitando a que veamos nuevas posibilidades en el poder que tiene el movimiento sindical, les invito a preguntarnos ¿qué nos impide levantar nuevamente experiencias transformadoras en la economía, almacenes de consumo, de transporte, de ahorro y crédito u otras figuras innovadoras que apoyen a las y los trabajadores independientes, personas desempleadas, emprendedores, migrantes, entre otros?. Hoy más que nunca hay que disputar los espacios de poder económico, tenemos muchas más herramientas de transformación de la sociedad y en la búsqueda de una nueva forma de relacionarnos debemos atrevernos a avanzar.
Esta opinión no es cuento para dormir – si se aburrió me disculpo -, pero si es un cuento para soñar y creer, creer que el sindicalismo (y me refiero tanto al sector privado como público) tiene mucho que decir en este nuevo Chile que emerge, incluso más allá de la necesaria y justa acción reivindicativa. Somos más las personas que queremos otra forma de desarrollo, y en ello el movimiento sindical y las cooperativas tienen historia, experiencia, pero por sobre todo mucho que plasmar en los desafíos actuales.
- Dirección del Trabajo (s.f.). Sistematización de experiencias cooperativas de base y/u origen sindical en Chile. Departamento de Estudios. https://www.dt.gob.cl/portal/1629/articles-59899_archivo_01.pdf
- Burr, C. (1965). Las cooperativas, una economía para la libertad. Ed. Del Pacífico. Chile.
- https://www.ica.coop/es