REPORTAJE: Son cerca de 300 trabajadores del fútbol que buscan reflotar sus carreras o dar sus primeros pasos en el balompié rentado. Muchas veces con lo mínimo. Sin insumos, recibiendo sueldos con más de 15 días de retraso, es la realidad del fútbol de bronce de Chile. Ese en donde las estrellas buscan no apagarse.
Por Luis Escares Villa
[Santiago, 2 de diciembre de 2016] No tienen el dinero, ni la fama de Alexis, ni Vidal. No viajan en primera clase, ni en avión a disputar sus encuentros a lo largo de todo Chile. Con lo mínimo, aspiran a que 12 instituciones del fútbol nacional salgan adelante y no mueran en el amateurismo. Pero pese al rótulo de la ANFP, que la denomina “Segunda División Profesional”, eso queda sólo en el papel.
Creada a finales del 2011, luego del descenso de Deportes Copiapó, apareció como una alternativa para que varios clubes no bajaran al fútbol amateur, y para que la Asociación Nacional de Fútbol Profesional obtuviera recursos frescos, ya que el equipo que suba a Primera B debe cancelar 50.000 UF, casi 1.300 millones de pesos. Una locura para estos clubes que con suerte subsisten, ya se asomaba un futuro inviable.
Con el pasar de los años, equipos como Iberia, Puerto Montt y Valdivia lograron ascender a la B, no sin antes, asumir esta deuda cuantiosa para competir de manera profesional. Números rojos, que ahora se repiten con mayor frecuencia.
Actualmente, 12 equipos militan en ella. De ellos varios con muchos problemas económicos. Entre los más complicados están: Lota Schwager, Deportes Vallenar, Naval, Independiente de Cauquenes y Trasandino de Los Andes, cuadros abrumados en materia monetaria y en las condiciones de trabajo.
Juan Pablo Vera, actual volante de Lota Schwager, ha disputado todas las temporadas desde que se creó la división. Antes estuvo en Trasandino, pero lo que no cambió fueron las condiciones de trabajo durante los últimos cinco años. “Siempre ha sido parecido. Existen problemas de sueldo y vemos los mismos detalles. Acá se tienen que gestionar platas desde la ANFP como lo hacen en los equipos de Primera A y B, al recibir dinero se aliviana un poco, porque esta división es de mucha gestión”.
Visión que comparte Gamadiel García, actual jugador de Colchagua de San Fernando –uno de los pocos clubes sin deudas en la división-. El experimentado volante, candidato a la presidencia del Sindicato Interempresa de Futbolistas Profesionales (Sifup) indica que “es un tema a conversar con la ANFP, porque esta división no recibe ningún tipo de aporte, tiene a equipos sobreviviendo, no hay sustento económico, y a nosotros como futbolistas profesionales nos preocupa que esta división desaparezca porque son 300 cupos de trabajo que podrían quedar a la deriva”.
Uno de los equipos que recién se sumó a la categoría fue Deportes Vallenar. Ellos debieron pagar $35 millones de pesos al órgano rector del fútbol chileno para ingresar a la serie, cifra lejana para un cuadro que siempre fue amateur, y por ello, vive carencias que van más allá de lo económico.
“Lamentablemente se falla en varios puntos. La alimentación no es adecuada para los chicos más jóvenes, por ejemplo. Asimismo, nosotros hemos tomado medidas de presión como no presentarnos -ante La Pintana-, ni entrenar, luego de que no se nos cancelarán nuestros sueldos por casi dos meses, así es difícil”, puntualizó Adolfo Arteaga, defensor del conjunto verde.
Vera añade que “esta división se queda en el puro nombre. En el caso de Lota el tema de los sueldos complica, porque llega el día de pago y no te cancelan, pero en el trabajo diario no hemos tenido problemas. Sé que hay otros clubes que están igual a nosotros, porque no tienen dónde entrenar, y deben andar por distintas canchas o estadios”.
Uno de ellos es San Antonio Unido, cuadro que si bien no tiene problemas económicos debido al fuerte vínculo entre la ciudad y el club, si ha tenido problemas con las instalaciones deportivas, entrenando incluso en canchas de fútbol amateur.
Otro que vive una situación parecida es Trasandino. Hace unas semanas, el cuadro del “Cóndor” debió entrenar en una plaza pública ante la falta de recintos en Los Andes, situaciones que empobrecen la división.
Como profesionales del deporte, los jugadores deben tener una preparación adecuada ya sea con preparadores físicos, kinesiólogos, nutricionistas, entre otros, que ayuden a la ejecución de cada encuentro y entrenamiento.
En esta división pensar en dichos facultativos es un lujo. Algo que conocen de cerca en Independiente de Cauquenes, donde los mismos jugadores deben curar sus molestias. “La situación es súper compleja. Si bien, ahora todos estamos con los sueldos al día se atrasaron demasiado. Además, no tenemos kinesiólogo, no tenemos parte médica y muy pocos instrumentos para entrenar, entonces, no tienes las condiciones mínimas para hacer competitivo a este equipo”, sostiene el ariete Sergio Arenas.
Por su parte, para Gamadiel García lo importante es “proponer que las cosas cambien. Si nosotros no vamos a la ANFP a reclamar a la larga vamos a dejar morir esto. La división no puede desaparecer, no me imagino donde podemos encontrar trabajo si está división no está”.
En Vallenar incluso se han quejado de la falta de insumos médicos y deportivos. “Acá el utilero no tiene bolsos, ni canastos u otra tenida para los jugadores. Cada vez que vamos a hablar con la dirigencia no nos responden, pese a que él se saca la cresta con nosotros. Hemos tenido problemas con las canchas, pero nos dicen que podría llegar un accionista para solucionar esto”. Así ejemplifica las penurias nortinas el defensor Adolfo Arteaga.
Desde que se creó la división, nunca ha recibido un apoyo económico permanente desde la ANFP. Es más, lo único que les toca son 10 balones de fútbol, gentiliza de la marca que viste a la selección nacional. Por otra parte, la ley Estadio Seguro obliga a los clubes a realizar arreglos y tener guardias de seguridad en los estadios, con costos que simplemente descuadran aún más las arcas de las instituciones.
Asimismo, como no ingresan dineros desde la televisión, ya que el Canal del Fútbol (CDF) nunca la ha potenciado la división como producto deportivo, la crisis se hace más grande. En resumidas cuentas, es como echar dinero a un saco roto.
Los clubes de Primera División reciben como mínimo $1.000 millones de pesos anuales, mientras que en la B, la cifra es cercana a los $550 millones, números que molestan en la Segunda División, que ve cómo todo se convierte en gasto, más aún después de no poder concretar una posible televisación con el Canal del Deporte Olímpico (CDO). Las conversaciones quedaron en nada, y con ello, las ilusiones de recursos frescos.
“La ANFP no aporta nada a la división, ya que para los dirigentes esto es sólo gasto. De profesional creo que tiene bien poco porque parece más amateur, lo que es lamentablemente”, sostiene Sergio Arenas.
Su parte, José Tiznado, jugador de Naval de Talcahuano, acota que “es complejo porque ya llevamos cinco años y la ANFP no aporta con nada de dinero. En este campeonato, la mayoría está complicado con los sueldos, la mejor ayuda es que ellos se pongan, y vean que no sólo existe la Primera división y Primera B”.
Para García, la ANFP “debe tener responsabilidad en esto. Lo principal para nosotros son los compañeros, que quizás no tienen los mismos recursos que un jugador de Primera A, por eso es importante tocar este tema, y que lo sepan los jugadores que están más arriba y vean las penurias de esta división”, indicó.
Juan Pablo Vera sostiene que lo único que separa a esta categoría del fútbol amateur es que “nosotros tenemos un contrato de trabajo, es nuestro único beneficio, pero siempre estamos en el extremo de saber si te van a cancelar o no”.
“En tercera división no hay contrato, pero esta división no está tan alejado de eso. Uno tiene un objetivo, pero estas cosas te tienden a sacar un poco del tema principal que es el fútbol. Así es difícil continuar”, dice Sergio Arenas de Cauquenes.
Las únicas excepciones a estas instituciones complicadas por el dinero y las condiciones de trabajo son: Malleco Unido de Angol, Deportes Santa Cruz y Deportes Colchagua, entidades que cumplen por sobre la media según Gamadiel García del cuadro de la ‘Herradura’. “Colchagua es un equipo que cumple con todo, no tenemos problemas de sueldo, ni entrenamiento, estamos por sobre la mínima del resto. Me encantaría que todos tuvieran las mismas condiciones de nosotros”.
Pese a las dificultades, Adolfo Artega lo ve por el lado más personal e pasional, indicando que “esto sirve como experiencia. Muchos tenemos la ilusión de jugar y ser profesionales, pero aún así, se deben mejorar nuestras condiciones de trabajo”.
Presiones extras que para José Tiznado “son temas reiterativos. Muchos de nosotros nos enfocamos sólo en entrenar pensando en obtener los tres puntos siempre, para salir de este momento, pero es complejo llegar a fin de mes con los temas de sueldos y no saber si lo tendrás. Es difícil tener respuestas negativas cuando uno quiere hacer valer lo que se ganó”.
Otra cosa, que lamentablemente, caracteriza a los cuadros que atraviesan crisis económicas severas en la poca capacidad de gestión dirigencial. Personas, que en muchos casos, esperan que las empresas lleguen a los clubes en vez de salir a buscarlas.
“Acá no tenemos a casi nadie, el presidente sólo sale en los papeles porque él no es dueño del club, y realmente, no sabemos quienes están a cargo”, apunta Sergio Arenas desde Cauquenes.
Mientras que en Vallenar, Arteaga añade que “falta un poco de contacto con los dirigentes, yo creo que eso todo se puede solucionar. Si ellos pasarán las penas con nosotros podría ser mejor, explicarnos lo qué pasa con el club”.
García acota que “las condiciones deben ser similares para todos, hay que nivelar. Por ejemplo en el tema de los pagos, no puede ser que un club pague el 5, otro el 30 y el otro el 15, por eso hay equipos que están atrasados, acá nadie quiere que esto siga de la misma manera”, resaltando la molestia y rabia generalizada de todos los jugadores de la división.
Penurias que muchas veces no se ven en la cancha de fútbol. Esa, en donde un jugador de Vallenar siente lo mismo que Arturo Vidal cuando la pisa, pese a que con un día de trabajo del volante de la “Roja” se pueden pagar dos meses de plantel en el norte. Es el fútbol del sacrificio, de la garra, el último escalón para no caer en la cesantía futbolística, seguramente, una de las más difíciles de superar.