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Director de la seguridad social uruguaya visita Chile


NOTICIA: Ariel Ferrari, sindicalista y representante de los trabajadores en el Instituto que administra la seguridad social en Uruguay. Para él, el sindicalismo debe avanzar en politizarse, pero no adherir a un partido determinado.

[Santiago, 11 de Octubre de 2013] El Director en el BPS-Banco de Previsión Social de Uruguay de visita en Chile, Ariel Ferrari, fue invitado al Seminario “Políticas Laborales, Bases del Próximo Ciclo Político”, organizado por la Fundación Fiel y Friedrich Ebert Stiftung y patrocinado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT). Durante el seminario de este viernes, Ferrari explicó a los asistentes cómo se han aplicado las reformas laborales de los últimos dos gobiernos uruguayos, además de la ampliación de la seguridad social a los trabajadores informales.

Ferrari, quien tiene una amplia experiencia como dirigente sindical, representa a los trabajadores en el directorio del instituto que administra la seguridad social de su país, que integra las pensiones, servicios de salud y empleo. Durante los últimos años, se aplicó en el país charrúa una nueva legislación laboral, que permite la negociación ramal; la aplicación de jornadas de 8 horas diarias a los trabajadores agrícolas; regulación de las trabajadores de casa particular; y regulación de la tercerización del empleo, entre otras medidas.

Con estas medidas, Uruguay pudo bajar su tasa de desempleo al 5%, generando más empleos formales e incluyendo a miles de trabajadores que antes no tenían cobertura de seguridad social al sistema previsional y al seguro de desempleo. Actualmente los cotizantes en Uruguay equivalen a 1,4 millones de personas.

Sindical.cl conversó con Ariel Ferrari y le consultó sobre la experiencia de los uruguayos con estas medidas y cómo pueden ser referentes para posibles reformas en la región.

Ustedes llegaron a una conclusión, que presentaron en el seminario, que dice que mejorar y ampliar la seguridad social y la calidad del trabajo no afecta a las cifras de empleo. En Chile se discute mucho ese tema, ¿qué podría comentar con respecto de la experiencia uruguaya?

Creemos que esto es una decisión política: trabajar para que junto con el crecimiento económico haya redistribución de los ingresos a través de distintas acciones, con políticas de empleo de calidad, con las definiciones de la OIT sobre trabajo decente. El ejemplo uruguayo demuestra cómo puede crecer el salario, no lo suficiente, pero debería crecer más todavía: creció el empleo, se formalizó el empleo y no hay riesgo de que tienda a la informalidad  o que afecte la competitividad. Creo que el caso de Uruguay es una demostración muy clara de que es posible hacer crecer la economía y redistribuirla para mejorar la calidad de vida de la gente.

En Chile se perdió hace muchos años la negociación ramal ¿Cómo ha funciona en Uruguay esa experiencia?

En Uruguay desde 1943 existen los consejos de salarios, que son negociaciones por rama de actividad. Esa política se suspendió en dictadura y desde 1992 al 2005 tampoco se convocaron dichos consejos. Cuando asume la izquierda el Gobierno, había hecho el compromiso de retomar esta vieja ley y de construir negociación en base a acuerdos. Además se aprobó una ley de negociación colectiva, que es reconocida a nivel internacional.

Yo creo que ha funcionado bien esta ley, pero que hay un interés porque no se divulgue en los países de la región.

Usted también se refirió a la independencia del mundo sindical y a la vez al apoyo y al trabajo que ha realizado en políticas públicas del Gobierno uruguayo. ¿Cómo cree que puede mantenerse ese equilibrio entre sindicalismo y política?

Yo creo que no es malo politizar los sindicatos, lo negativo es “partidizarlos”. El sindicato tiene que ser una organización amplia de clase y de los trabajadores, para que se encuentren y se organicen para defender sus derechos. Y ahí cada cual tiene su posición política, su partido y votará por quien quiera. Pero el sector de los trabajadores, como grupo, se relaciona con las fuerzas políticas y en particular con el gobierno. Por eso decidimos que somos independientes, pero no indiferentes y tratamos de actuar como clase organizada, incidiendo en las políticas públicas. Sobre todo si hay un Gobierno que se dice progresista, donde es imposible que se piense en un cambio si no lo hacen con los trabajadores.



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