DANIEL
Daniel Escobar tiene 33 años y es el actual secretario del Sindicato de Trabajadores Nº4 de la Pontificia Universidad Católica de Chile, cargo que ocupa desde agosto. Trabaja hace tres años como administrador de sistemas en la Subdirección de Servicios Informáticos de la Escuela de Ingeniería de la UC y al sindicato entró hace un poco más de dos, siendo ésta su primera experiencia en la representación de los trabajadores.
Su inicio en la actividad sindical comenzó por un episodio puntual que enfrentaron en el espacio laboral. “Nosotros teníamos un paseo de fin de año, que era financiado por nuestra unidad. Llegó un momento en que no sabíamos si lo iban a financiar y nuestro jefe se fue de vacaciones esa semana. Entonces quedamos con la duda y uno de nuestros compañeros dijo que esto no podía estar pasando y empezamos a juntar plata para el paseo. Así comenzamos a organizarnos”, relata.
Durante el tiempo que lleva en el sindicato, ha participado en dos escuelas sindicales: una organizada por la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica y otra de la Vicaría de Pastoral Social Caritas. De estas instancias, más el ejercicio cotidiano de la representación sindical, Daniel ha ido entendiendo cómo desempeñarse en la directiva.
“Hay que tener mucha paciencia. Como dirigentes jóvenes, viniendo con una lógica distinta de trabajo, nos gustaría avanzar más rápido, pero los tiempos del sindicato no siempre son los tiempos de uno y no siempre son los tiempos del país. El país puede estar avanzando en reforma laboral, en reforma educacional y mientras tanto, nuestro sindicato todavía está siendo un sindicato pagador de beneficios o no está teniendo una opinión consensuada entre todos”.
Sin embargo, su evaluación es positiva. “Ha sido muy enriquecedora, también me ha abierto puertas de liderazgo en otros aspectos, me he insertado sobre el trabajo legal y he entendido cómo funcionan las instituciones. Aun así, lo que uno quisiera es avanzar más rápido”.
Por lo mismo, realiza un llamado a los jóvenes para que pongan su ímpetu al servicio de las luchas de los trabajadores. “Creo que esa rebeldía o ese pequeño paso más allá que hay que dar, lo pueden dar los jóvenes, aun cuando se tenga una experiencia acotada en relación a los dirigentes antiguos. Estamos llamados a dejar el miedo atrás, a que seamos un poco más confrontacionales, sin perder la diplomacia”.