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La lustrabotas que reclama ayuda al presidente


Mujer viuda, Lidia Mardones trabaja más de 12 horas diarias y es una de las pocas que resalta en medio de un oficio que se creía de domino masculino. Critica la poca voluntad de las personas para buscar trabajo y hace un llamado a que el mandatario responda sus mensajes, donde pide ayuda económica para ella y su hija que sufre de depresión, a sus 15 años.

Por Danilo Picart

Entre una decena de lustrabotas que trabajan de manera incansable en las calles de Santiago, la historia de Lidia del Carmen Mardones Ahumada es quizá una de las más estremecedoras. Desde la abrupta muerte de Pedro, su esposo, a causa de un derrame cerebral y dos preinfartos, desde hace cinco años esta mujer se vio obligada a dejar su hogar para asumir una labor que hasta en ese momento era conocida solo para hombres. Con una capacidad para entablar diálogos con facilidad con quienes se instalan en su cubículo en pleno paseo Huérfanos con Bandera, Lidia es una de las pocas mujeres que se atreven a batallar contra las temperaturas bajas y las dificultades del traslado desde su casa ubicada en la comuna de La Pintana.

Desde que heredó el trabajo de Pedro, valora de una forma distinta el sacrificio. Son cerca de 22 mil pesos que cada seis meses debe pagar por concepto de patente municipal y asegura que vale la pena su esfuerzo. Aunque es madre de cuatro hijos, por separaciones dolorosas con su familia,  han hecho preocuparse solamente de Romina, su hija de 15 años. Reconoce que con el ritmo de su oficio a veces cultiva la paciencia y supera las frustraciones. Su manejo con el arte de escobillar zapatos ha resonado en muchas personas quienes se deleitan y agradecen su dedicación. Es en este contexto donde aprovechamos de “sacar brillo” a su historia, para Sindical.cl.

¿Cuáles son las cosas que más lamenta de este oficio?

Me da pena dejar sola a mi hija, porque es niña todavía. Desde los 10 años hasta ahora, llego en las puras tardes y los días que pretendo pasar con ella, que son los fines de semana, ella juega a la pelota. Tenemos dos camas y la mía está abandonada, porque me acuesto junto a ella, nos da miedo la soledad.

Tengo más hijos, pero hago cuenta de que no están, porque no me llaman ni para el día de la mamá. Eso es triste, y cuando lo pienso, lloro a escondidas. Si mi pequeña me pilla, le digo que me duele la cabeza, porque no quiero enfermarla más de lo que está.

Lamento no poder tener siempre los recursos para comprar las cosas que ella quiere. Todos los años, para ocasiones importantes me pide ropa y no puedo darle en el gusto. Ahora me pidió permiso para fumar y no sé qué hacer, porque si le digo no, fumará igual. Mientras si le digo si, lo haría conmigo y eso me da vergüenza.

¿Cómo la trata la gente que viene por sus servicios?

Me tratan con cariño y yo también les respondo a sus piropos. Me tratan de “bonita”, “rucia”, “flaca” y siempre con alegría. Tengo cuatro clientes fijos que trabajan a pasos de donde estoy, ligerito saldrán a fumar.

¿Ha vivido alguna anécdota?

No he vivido muchas. Yo pienso que la alegría más grande fue haber tenido a mis hijos y jugármela por ellos, en los lugares donde me ha tocado trabajar. Desde los tres años vivo más tristezas que cosas bonitas.

Pero siempre recuerdo las cosas que conversaba mi marido cuando estaba vivo, junto a los vecinos que tenía en su puesto de trabajo. Lo molestaban diciéndole “macabeo”, ya que yo lo mandaba bastante, y por eso cambió su forma de ver la vida, hasta el fin de sus días.

¿De dónde saca fuerzas para seguir adelante?

De mi pequeña hija, aunque está media rebelde y la freno. La quiero mucho y siempre le he dicho que debe evitar el vicio. Por culpa de las malas juntas, su hermana mayor perdió todo, a su familia y su vida. Por eso me da miedo que se exponga a tan temprana edad.

Además de eso, mis nietos son mi fuente de satisfacción, de hecho más rato debo ir a buscar a uno de ellos, así que más ratito dejaré mi puestito para ir a verlo.

¿Cómo distribuye su tiempo entre el trabajo y su familia?

Trabajo de lunes a viernes y estoy siempre desde las 7 de la mañana como hasta las 19:30, los días sábados y domingo cuando se puede hacemos cosas en la casa. Tengo una tarea fuerte por enseñar a cocinar a mi hija. Hasta incluso paso a la iglesia a agradecerle a Dios.

Con todo lo que ha vivido, ¿cuál es la herencia que podría dejar?

Lo más bonito que puedo dejar es el estudio, una buena enseñanza, buenos hábitos. Inculcar el respeto en mi hija, porque así he crecido en la vida.

¿Qué le parece el escenario laboral en Chile?, ¿hay trabajo?

Si hay, pero la gente es floja, cómoda. Porque yo al menos si vendo un dulce en la micro es porque me la gano. Y hay personas que están acostumbradas a pedir sin trabajarle a nadie. Yo he visto a gente joven pidiendo, tienen sus manos buenas y pueden trabajar hasta limpiando baños. Yo lo hice así y no tengo vergüenza en asumirlo. Cuando trabajé en mis primeros años en este puesto, después de las 6 de la tarde estaba trabajando como personal de aseo en una clínica que queda cerca de acá.

Si pudiese tener la oportunidad de tener alguien importante ¿qué le diría?

Yo elegiría al Presidente Piñera. Le diría que cumpla con lo que él prometió. Que no por el hecho de estar sentado en una oficina grande mire en menos a los demás, porque a mí me lo hizo cuando yo le mandé una carta y posteriormente me derivó a la intendencia, respondiéndome después que no había caja chica para ayudarme.

Después yo le mandé una respuesta diciéndole que acaso tenía que ser minera para saber si le podía llamar la atención mi historia, hasta ahora no tengo respuesta de eso.

Si llego a tener la posibilidad de decirle estas cosas, me sentiría más importante, pero no loca. No le tendría miedo porque es una persona igual que yo.

En una sola palabra, ¿cómo definiría su historia de vida?

Para mí es como un estudio. En mi vida he aprendido muchas cosas, he vivido y dormido en la calle cuando niña, no he sido delincuente y menos prostituta y aquí estoy. Nunca me he manchado mis manos, menos mis papeles y con mis hijos he salido adelante. Siempre trabajé y ahora que estoy vieja, tengo que trabajar en esto para que no me lleve el diablo.

Ya culminando la conversación, se acerca Jorge Nieto, uno de sus clientes frecuentes que tiene Lidia y reconoce que es bastante “pelusona”. “Hay que quererlas a estas viejitas porque son así (ríe) hace su pega muy bien, y se nota que ella vino a acompañar a su marido, porque lo hace muy bien. Yo soy de los maníacos que debe tener sus zapatos bien lustrados. Cuando me siento, ella lustra y si no tengo plata siempre me dice que arreglemos para la próxima. La regaloneo y ella también hace lo mismo”, comenta.