ENTREVISTA: Lleva cinco años trabajando en el Mercado Central y se ha convertido en el más famoso de los garzones de ese lugar turístico. Esta afirmación es avalada por sus decenas de fotografías con celebridades, entre las que destacan algunas con Don Francisco, Beto Cuevas y hasta el Juez Baltasar Garzón.
Por Paula Ampuero
[Santiago, 16 de julio 2014] Al llegar a “Donde Augusto”, el restaurant más popular del mercado central, y preguntar por el garzón más famoso, sus compañeros de inmediato gritan: “Guillermo”. Al verlo, su chaqueta de garzón llena de banderas llama mucho la atención, al igual que su sonrisa con la que recibe a todos sus comensales.
Este hombre, que ha dedicado toda su vida al rubro, es casado y tiene una hija de 10 años. Vive con su familia en el centro de Santiago. Cuenta que cuando estudió licenciatura en música en la universidad, en sus tiempos libres, se dedicó a trabajar part time como mesero. Pero agrega nostálgico: “nunca terminé la universidad y nunca pensé que iba a trabajar toda mi vida como garzón”.
De su llegada al restorán en el que trabaja, dice que “estaba viviendo en México, estuve muchos años en ese país, y allá conocí al dueño de Donde Augusto. Le agradó como trabajaba y me trajo a garzonear a su local, acá en el Mercado, hace cinco años”.
¿Cómo llegaste a ser garzón de tiempo completo? ¿Fue luego de retirarte de la Universidad?
Claro, después de ese momento me fui al extranjero. Estuve recorriendo Sudamérica algunos años y me acordé de la “pega” que había hecho acá en Chile. Entonces en cada lugar que estuve busqué trabajo de garzón. El viaje lo hice solo y me quedé pegado en Colombia. Estuve como un año en Cartagena de Indias, después me fui a Panamá y luego a Italia. Allá estuve tres años. Llegué haciendo un poco de todo, pero al final conseguí pega de garzón cuando manejé más el idioma. Estuve también un par de meses en Barcelona y desde ahí me vine a Chile y me casé. En cada lugar que estuve trabajé de garzón, así que ahí se hizo más formal.
Anécdotas
En los cinco años que lleva Guillermo trabajando en el Mercado Central, ha conocido a muchos famosos y no ha perdido oportunidad de fotografiarse con ellos. En su celular tiene cada una de esas fotos y no pierde oportunidad de mostrarlas.
¿Cuáles son las cosas más inesperadas que ocurren cuando vienen estos personajes?
Lo más destacable es cuando viene gente famosa que es medio mañosa. Generalmente entre más fama tienen, más tacaños son. Las anécdotas que más uno puede decir, es cuando llega la hora de la cuenta, de la propina. Pasa que la gente de repente no quiere dejarla. Algunos famosos han sido apretados, pero no se puede decir quienes son, porque es parte del secreto profesional. Es que pasa mucho, y yo lo he conversado con harta gente famosa, que ellos están acostumbrados a que les regalen todo, entonces, a la hora que les toca pagar son más duros.
¿Cuál es el propósito de sacarte fotos con los famosos?
Son mi chiche, me sirven mucho, como tengo fotos con hartas personas, por ejemplo, llegan mexicanos y yo les muestro fotos de artistas de allá o gente de la política. Tengo una foto que me la han criticado mucho, que salgo con Piñera, esa nunca le gustó a nadie. De hecho, Piñera me quedó debiendo una banderita de Chile que tenía en la solapa. Yo uso puras banderitas en la chaqueta y se la pedí, pero no me la quiso dar.
¿Y todos quieren sacarse fotos contigo?
Bueno, igual hay famosos que no se quieren sacar fotos. Yo soy fanático de la película Volver al Futuro. La he visto 100 veces. Cuando me vine de México me traje la colección completa y una edición especial, “filete”. Así que cuando supe que venía Christopher Lloyd acá a la Estación Mapocho y que pasaría al Mercado, traje mis películas con un lápiz para que las autografiara y ¿sabes que no me pescó ni en baja’? Me frustré más que la cresta. Pero también, están los que son buena onda, la Chilindrina, por ejemplo. Viene siempre para acá y es súper “a la pinta”.
La propina
Con los años de experiencia que Guillermo lleva trabajando como garzón, se siente capaz de hacer una crítica a los chilenos.
En general, ¿los chilenos respetan a los garzones?
Hay dos tipos de gente, la que está acostumbrada a salir a comer y que valora la atención del garzón y se fija mucho como tú lo atiendes para dejar la propina, y otra gente que no está muy acostumbrada a salir y todavía piensa que somos los trabajamos en la fuente de soda. Así que está como dividido. La gente que sale a comer habitualmente que sí reconoce nuestra pega y otra gran mayoría que no tiene la costumbre, no la reconoce. Los niños están acostumbrados a la comida rápida.
Se abrió un debate muy amplio respecto de la propina, ¿crees que debería ser así?
Estamos en una época donde todo es fácil, rápido y apurado. Existen los patios de comida donde uno va paga y se atiende solo. Entonces, la atención al público, la atención especializada es un plus que se tiene que valorar, por lo que el 10% debiera ser obligatorio. Pero no toda la gente le gusta dejarlo.
La pega del garzón no es traer y llevar platos, por ejemplo, en este restorán en particular o en otros también pasa. El garzón tiene que pelear los platos, que salga rápido, que salga todo caliente, que las bebidas lleguen a tiempo, que los platos lleguen en su momento y que los tiempos de espera sean mínimos; todo eso lo ve el garzón. La atención, el regaloneo entre comillas, al cliente. Hay clientes que son más exigentes les gusta las cosas de una forma y uno trata de acomodarse. Todo eso es el valor agregado que damos, por lo que siento que es necesario el 10% de propina obligatoria.
¿Cuál es tu sello personal?
Yo soy bastante chacotero en las mesas, soy bien alegre, me gusta más la atención informal, cosa que le gusta mucho a la gente que viene al Mercado sobre todo, porque tengo la talla a flor de labio. Además, cuando vienen extranjeros, en mi caso particular yo hablo inglés y hablo italiano, puedo atenderlos en su idioma, que es una cosa importante para el cliente.
Condiciones laborales
En el restorán “Donde Augusto” no tienen sindicato, pero Guillermo declara que “no se necesita mucho, este restorán funciona muy diferente a como funcionan todos. Por ejemplo, el tipo de horario, acá nosotros somos 50 garzones. Somos muchos. Trabajamos todos el mismo turno, entonces, es más relajado. Estamos acá de lunes a domingo, pero tenemos nuestros días libres, nuestro domingo. Es diferente a los otros lugares”.
¿Cuáles son las condiciones en otros restoranes?
Acá en particular nosotros trabajamos las 8 horas que corresponden, tenemos la suerte de trabajar hasta las cinco de la tarde, porque el mercado cierra a esa hora. Pero no en todos los lugares ha sido así. Hay una modalidad que se llama turno cortado, que es un crimen, que por ejemplo trabajas del medio día a las cuatro de la tarde, luego te quedas como dos horas sin hacer nada, porque cierran el local y lo vuelven a abrir a las seis, entonces, son dos horas que quedas “bailando”. Ellos son los que al final tienen más problemas porque trabajan hasta más tarde, entre 12 y una de la mañana.
En general, ¿los garzones se organizan con algún fin?
Yo he sabido que se han organizado, pero para hacer otro tipo de cosas, no a nivel sindical. Por ejemplo, se organizan para hacer la Maratón de los Garzones, que se hace todos los años y corren con las bandejas. Acá participamos todos los años y hemos ganado, de hecho, una compañera ganó el año pasado la de mujeres. Más que nada se hacen estas cosas para vestirnos de fiesta y es que somos todos chacoteros, eso es parte de nosotros.