OPINIÓN: El mes de agosto golpeó a los trabajadores de todas las regiones de FOSIS, servicio público del Ministerio de Desarrollo Social, con 117 despidos ilegales. La respuesta de la federación de trabajadores, de las asociaciones de funcionarios y los sindicatos de honorarios, fue un paro de 3 semanas que coincidió con la Asamblea Ordinaria de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). Ambos hechos fueron las circunstancias ideales para instalar la necesidad de organizar un paro nacional que ponga freno a la estrategia del gobierno de Sebastián Piñera de debilitamiento del Estado y la función pública mediante despidos masivos, arbitrarios e ilegales de trabajadores fiscales.
Por Jorge González San Martín
Sociólogo y dirigente Sindical ANFUCULTURA RM
En este contexto, es prioritario levantar ideas fuerzas respecto de los desafíos concretos que las organizaciones de base deben enfrentar para llevar adelante una movilización de esta magnitud que tenga efectos en la opinión pública y el gobierno.
Acortar la brecha entre organizaciones sindicales.
La respuesta de los trabajadores fiscales ante la ola paulatina de despidos arbitrarios desnudó la realidad sobre la capacidad de movilización de los trabajadores. Si por un lado tenemos organizaciones fuertes, desafiantes de las autoridades de gobierno, capaces de movilizar bases, vinculadas con organizaciones sindicales y medios de comunicación, por otro lado encontramos liderazgos y organizaciones más débiles, que han aguantado en silencio la precarización del empleo.
Lo anterior nos plantea el primer desafío: acortar las brechas respecto de la capacidad de movilización de las organizaciones de base. Por lo tanto, debería ser una prioridad diagnosticar la capacidad real de movilización de las organizaciones sindicales, tanto de ANEF, como de la Unión Nacional de Trabajadores a Honorarios para focalizar ahí nuestros esfuerzos organizativos.
Finalizado el diagnóstico, nuestra preocupación debe ser fortalecer a las asociaciones y sindicatos más débiles identificados. Dada la escasez de tiempo, la experiencia concreta de organizar la movilización será el mejor aprendizaje para las organizaciones en desarrollo. ¿Cómo hacerlo? En el periodo previo a la movilización y declarado el “estado de alerta”, en cada región reunimos en asambleas de coordinación a la totalidad de dirigentes de asociaciones de base y sindicatos de honorarios, cuyo lugar de realización serán las instituciones públicas que pertenecen a las organizaciones más débiles. En estos espacios, junto a la presencia de las asambleas locales, prepararemos el plan del paro nacional. Esto fortalecerá la confianza de las líderes y bases de estas asociaciones y será una fuente de conocimiento práctico de incalculable valor.
Diversificar los públicos y sus mensajes, disputando la hegemonía comunicacional del gobierno y la élite
Las convocatorias tradicionales se caracterizan por un mensaje homogéneo de “defensa de la función pública” destinado a 3 públicos: los trabajadores de las Asociaciones de Funcionarios, el gobierno y la sociedad civil en general. Este es un patrón de conectividad sumamente restringido, en el que nuestras demandas son invisibilizadas dado el control de los grupos económicos sobre los medios de comunicación. Dado este escenario comunicacional, nuestra convocatoria debe diferenciar los públicos y los mensajes.
En el ámbito de los propios trabajadores, el mensaje debe ser la unidad en la movilización, independientemente la calidad de trabajador a honorario y contrata: el deterioro de la función pública mediante despidos arbitrarios afectada a ambos, sin distinción.
Respecto de la sociedad civil, el mensaje debe dar cuenta de 2 categorías: por una parte la completa indefensión de los trabajadores del estado frente a despidos sin derecho a indemnización por años de servicio; por otro lado, el valor de la función y el servicio público.
Por último, el mensaje para el gobierno debe ser fuerte y claro: el movimiento de trabajadores utilizará no sólo la fuerza de la movilización sindical para oponerse al debilitamiento del estado, sino que todas las herramientas que el Estado y la Justicia disponen: reclamos a la contraloría, tutelas de derechos y demandas laborales incluidos los temidos juicios de cuentas contra las autoridades que perjudiquen el patrimonio fiscal como producto de despidos arbitrarios.
La movilización de trabajadores en FOSIS, identificó otro público con una capacidad de presión relevante contra el gobierno. Nos referiremos al mundo parlamentario, el que en la movilización señalada, ofició desde la presidencia de la cámara de diputados y el Senado al Ministro de Desarrollo Social para explicar los fundamentos administrativos de los 117 despidos realizados en el MOP.
Por último, la conectividad de las comunicaciones de esta movilización debe considerar la adhesión efectiva y solidaria de otros movimientos y organizaciones de trabajadores. Destacan, en esta línea, aquellas organizaciones que componen la mesa del sector público, ASEMUCH, CONFENATS, FENTESS, CONFUSAM, AJUNJI, FENFUSSAP y otros movimientos sociales como el No + AFP, el estudiantil y el feminista.
Innovar en las tácticas de información, participación y movilización
El plan tradicional que observamos en las movilizaciones del sector público es un libreto ritualizado largamente conocido por los funcionarios públicos. La dirigencia central instruye a cada sindicato a desarrollar asambleas informativas en sus propias dependencias; no atender público; pegar carteles en los edificios; finalmente, la convocatoria es a concentrarse frente a la sede ANEF de cada región.
Dado lo anterior, innovar en las tácticas y metodologías con que los trabajadores del Estado desarrollamos el paro nacional es también un desafío urgente. Diferentes movimientos sociales han desarrollado innovadoras metodologías para informar sus demandas, promover la participación de sus simpatizantes, adherentes y militantes y movilizar a sus bases. De esta manera, han logrado instalar sus demandas en la agenda política y la opinión pública, promoviendo transformaciones institucionales y culturales importantes para la sociedad chilena. Los empleados fiscales deberíamos ser parte también de esta tendencia de innovación de la movilización social.
El éxito de un paro nacional de empleados fiscales, debiera marcar un antes y un después en el contexto de la contraofensiva neoliberal del gobierno y su tendencia al debilitamiento del empleo público. Frente a un gobierno con una agenda privatizadora de la función pública, que se observa además en los proyectos de reforma a FONASA y “modernización tributaria”, fortalecer la estrategia general de movilización es un imperativo que debiera ser asumido por toda la dirigencia de base.