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Los pros y los contras de la sindicalización automática


REPORTAJE: Mientras que algunos candidatos a la presidencia han propuesto la afiliación automática a un sindicato en sus programas, entre los dirigentes y expertos laborales esta política aún genera debate ¿Es conveniente para los trabajadores? ¿Va acorde a la libertad de asociación de las personas?

Por Lissette Fossa

[Santiago, 24 de Mayo del 2013] La carrera presidencial, la organización de los trabajadores y las charlas sobre el mundo laboral en Chile han abierto el camino a la discusión sobre una propuesta que genera tanto detractores como defensores: la sindicalización automática.

Ya en la anterior campaña presidencial, el ex candidato de la Concertación y ex mandatario, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, propuso aplicar la sindicalización automática. En términos simples, la medida consiste en que el trabajador, al momento de firmar un contrato de trabajo con su empleador, queda inmediatamente afiliado a un sindicato de la empresa. Esta política existe en algunos países de la región y de Europa, donde hay altos índices de sindicalización, como en Argentina (en algunos casos del sector público), en el área docente en México y en Suecia (donde para recibir un seguro de cesantía la persona debe pertenecer a un sindicato).

Las propuestas programáticas y promesas de campaña de este 2013 han levantado nuevamente la discusión sobre las necesidades del mundo del trabajo y de los sindicatos. Diferentes dirigentes, políticos y expertos apoyan o cuestionan la utilidad de una política de afiliación obligatoria, en un país con una baja tasa de sindicalización y baja cobertura de contratos colectivos para los trabajadores.

Los beneficios que traería la sindicalización automática

La propuesta de sindicalización automática aparece como una posible solución ante la baja cifra de sindicalización en Chile. El 7,8% de empresas presentan sindicatos activos, lo que equivale a un 12% de los trabajadores chilenos afiliados a una de estas organizaciones, lo que está muy por debajo del 30% de sindicalización que promedian los países de la OCDE. Nuestro país alcanzó un porcentaje cercano a esa cifra en 1973, sin embargo la persecución a líderes sindicales durante el régimen militar y la instauración de un nuevo Código del Trabajo desfavorecieron la afiliación a estas organizaciones.

Actualmente, muchas personas no se ven atraídas por la participación en el mundo sindical. Según una encuesta de Laborum.com de abril del 2012, un 67% de los trabajadores chilenos no considera ingresar a un sindicato. Los consultados manifestaron que su baja participación se debe principalmente a que no hay un sindicato en su empresa, lo que representó a un 38% de los encuestados, seguido de “no me genera interés” con un 34%, mientras que el temor a represalias del empleador cifró un 28%.

“Yo estoy convencido de que la sindicalización automática fortalece a los sindicatos”, afirma el diputado Jiménez.

Para el diputado Tucapel Jiménez (PPD), es claro que el temor y el desconocimiento sobre el trabajo sindical juegan en contra de los sindicatos y de las mejoras laborales que los trabajadores podrían conseguir negociando unidos.

“Yo estoy convencido de que la sindicalización automática fortalece a los sindicatos. Hace poco leí que la mayoría de los trabajadores no se sindicalizan por el miedo a perder su trabajo, y creo que una forma de revertir eso es que haya más trabajadores sindicalizados, fortalecer el rol de los sindicatos y poder negociar de forma unida y colectivamente”, afirma Jiménez.

Por este motivo, Jiménez, con un grupo de diputados, entre los que se encontraba el ex parlamentario Álvaro Escobar (PRO), Sergio Aguiló (IC) y Gabriel Ascencio (DC), presentaron un proyecto de ley en octubre de 2007 para establecer la afiliación automática de los trabajadores. El texto proponía modificar el artículo 19 número 19 de la Constitución, que señala el derecho de toda persona  “a sindicarse en los casos y formas que determine la ley. La afiliación sindical será siempre voluntaria”.

En el proyecto advierte que los obstáculos que impiden la sindicalización “provienen de las dificultades que tienen los propios trabajadores, es decir, de la base de la afiliación para los sindicatos”. Allí detalla que estas trabas consisten en la ignorancia de las normas, el desinterés de los trabajadores, el individualismo y el temor a reacciones negativas del empleador.

Para los parlamentarios que realizaron la propuesta, aplicar la sindicalización automática en Chile traería beneficios para los trabajadores: protección frente estigmatización que pueden sufrir los trabajadores en caso de sindicarse; incentivos que pueden centrarse en el acceso a bienes o servicios privados exclusivos para los afiliados; facilitar y fortalecer la participación femenina en este tipo de organizaciones, como asimismo de los jóvenes e inmigrantes; y servir de alianza para generar un dialogo entre trabajadores, empleadores y Estado.

Los puntos anteriores van acorde a lo planteado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) sobre las ventajas de la sindicalización. Según plantea el organismo, la libertad sindical “permite a los trabajadores y empleadores unirse para proteger mejor no sólo sus propios intereses económicos, sino también sus libertades civiles como el derecho a la vida, a la seguridad, a la integridad, y a la libertad personal y colectiva”. Agrega que cláusulas como la afiliación obligatoria es compatible con los derechos y las libertades de las personas mientras nazcan de un acuerdo entre trabajadores y empleadores.

Ante el argumento de que una política de este tipo podría atentar contra el derecho constitucional de libertad de asociación de las personas, el proyecto de ley de los diputados consigna: “No contradice ni pugna el derecho a la libre asociación, ya que se deja expresamente consagrado el que los trabajadores pueden expresar su voluntad en contrario a la afiliación a un sindicato y puede, posteriormente, desafiliarse, en cualquier momento”.

La propuesta de los parlamentarios fue desarchivada en julio de 2010 y pasó a ser revisada por la Comisión del Trabajo de la Cámara Baja, aunque según Tucapel Jiménez, aún no se ha discutido.

“He hecho todos los esfuerzos para que se pueda poner en tabla en comisión del trabajo y ha sido prácticamente imposible, hay una reticencia increíble a discutir el tema”, sostiene el diputado.

La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) también ha planteado entre sus prioridades programáticas aumentar el porcentaje de sindicalización a través de la afiliación automática, pero con matices distintos. Según Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, los cambios que necesitan los trabajadores son más amplios que la simple aprobación del proyecto de ley. “Nosotros vinculamos la propuesta de sindicalización automática a esta urgencia de que los beneficios negociados sean derechos de los sindicatos y además a que no es posible que cada negociación parta de cero y no se reconozca el proceso anterior. De esa forma incentivamos que los trabajadores se organicen en sindicatos. También para nosotros es clave poder terminar con los grupos negociadores aparte de los sindicatos, es clave para poder pensar en una propuesta de fortalecimiento de la sindicalización más global”, señala la dirigente.

En esta línea también se manifiesta el presidente de la Central Autónoma de Trabajadores (CAT), Óscar Olivos. “La central tiene como principio que hay que modificar el código laboral por completo. Porque el que existe ahora fue impuesto en dictadura, hay que hacer un nuevo código laboral donde participen los empresarios, los trabajadores, los técnicos, todos en su realización. Y ese nuevo código laboral se debe permitir desarrollar un sindicalismo de verdad. Uno podría decir que creo en la sindicalización automática, o en lo que existía antes que la mitad más uno estaba en el sindicato, pero yo creo que debemos discutir primero qué necesitamos en las leyes laborales, cuales son las leyes que queremos cambiar, mejorar y modernizar. Por lo tanto, para mí no se trata de si el sindicalismo es automático o voluntario, sino que se trata de algo más profundo, es una discusión de fondo”, manifiesta Olivos.

En esta misma línea se ha declarado la Fundación Sol, dedicada a estudios del trabajo y la economía. En su Manifiesto por un Nuevo Modelo de Relaciones Laborales, la fundación propuso, junto a abogados laboristas,  diversas políticas que incentiven la sindicalización y generen fuerza a los trabajadores para negociar con los empleadores, sin acotar el tema a la sindicalización automática.

Quienes han apoyado expresamente la iniciativa de sindicalización automática han sido el candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami (PRO) y el pre candidato José Antonio Gómez (PRSD). El primero también participó como parlamentario en la autoría del proyecto de ley y ha planteado esta propuesta como solución a la baja sindicalización en Chile. Gómez también lo incluye en su programa de gobierno.

Economista Andrea Repetto (Foto: Diario Estrategia)

Desde el Centro de Estudios Públicos (CEP) en conjunto con la Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN), en 2011, la economista Andrea Repetto, el ex director del Trabajo Marcelo Albornoz, el ex ministro del Trabajo Ricardo Solari y el asesor legal Francisco del Río, elaboraron diversas propuestas para actualizar la legislación laboral. Entre ellas se encuentra “la sindicalización automática provisoria”, que consistiría en que los trabajadores recién contratados se afilien de manera transitoria al sindicato más representativo por 15 días desde su incorporación. “Al día 15, la afiliación se formaliza sólo si el trabajador expresa su decisión de afiliación. Si a esa fecha no ratifica, se entiende que no pertenece ni ha pertenecido a sindicato alguno”, añade la propuesta.

El Grupo Res Pública, organización de académicos y profesionales financiados por Andrónico Luksic y que realizaron 95 propuestas para los candidatos presidenciales, manifestó su respaldo a la propuesta de Repetto. En su texto prefieren llamarle “sindicalización activa”, y tendría casi la misma aplicación que la planteada por los expertos, excepto que el tiempo de afiliación automática duraría 90 días en vez de 15.

 Los argumentos en contra de la sindicalización automática

En el mundo gremial, académico e incluso sindical, también encontramos voces en contra de la afiliación automática. La discusión no sólo se centra en torno a la libertad de afiliación señalada en la Constitución, sino también en si sería un verdadero aporte a modernizar el mundo sindical.

Desde la SOFOFA han sido críticos con aplicar esta medida. Ya en 2009, su ex presidente, el fallecido Andrés Concha, señaló que la sindicalización automática no le parecía una práctica adecuada.  “Nosotros somos partidarios del principio de la libertad sindical y eso en la práctica significa que las personas -que son las realmente soberanas de derecho a negociar- son libres de hacerlo por su cuenta o de inscribirse en un sindicato”, declaró Concha.

El argumento de el ex dirigente gremial gira en torno a que una medida como ésta iría en contra de la libertad de asociación, derecho asegurado de manera Constitucional. De acuerdo a este argumento también se manifestó el abogado y columnista de El Mostrador, Ricardo Manzi Jones, en un texto publicado en 2008. Según Manzi, esta libertad de afiliación pretende evitar  “los casos de los denominados ‘sindicatos verticales’ cuya dirección y control quedaba entregada a autoridades administrativas o a directivos carentes de independencia, como fue el caso de la España franquista o el peronismo argentino, que más que defender intereses gremiales auténticos, servían como formas de control social, como agencias de negocios de muchos dirigentes y plataformas políticas para el desarrollo de las carreras políticas de algunos de sus directivos”.

Gráfico realizado por la Fundación Sol con porcentaje de sindicalización, tasa de sindicalización y total de trabajadores desde 1960 al 2011.

Manzi advierte que más que beneficios, la sindicalización automática podría traer serios “riesgos” para el mundo sindical: a) la tentación de establecer una afiliación obligatoria sin restricciones, a favor de las carreras políticas de sus dirigentes; b) la postergación de los intereses auténticamente gremiales, en beneficio de otros; c) que, para lo anterior, sería necesario derogar la norma constitucional sobre la afiliación voluntaria y la tentación de entregar la regulación de esta libertad a una simple norma de rango legal o a la contratación colectiva, que resultan contrario “a los valores de la libertad personal”.

Por su parte, la economista Francisca Dussaillant, del CEP,  plantea que la baja sindicalización es un fenómeno mundial, que se relaciona con mayor competencia en los mercados para acceder a un puesto de trabajo. Dussaillant argumenta que por este motivo el empleo y la sindicalización estarían ligados y que si se opta por el camino de la afiliación automática “se corre el riesgo de reducir de manera permanente la demanda por trabajo”.

En el mundo sindical, tampoco hay un consenso sobre esta temática. A pesar de que la CUT se ha manifestado a favor de aplicar la sindicalización automática, uno de los líderes de esta central, Cristián Cuevas, duda de los beneficios que tendría esta medida para los trabajadores. Durante el lanzamiento del Manifiesto elaborado por la Fundación Sol, Cuevas comentó públicamente en una charla con dirigentes sindicales y candidatos presidenciales, que desconfiaba de la sindicalización automática, ya que con su aplicación se corría el riesgo de “perder la autonomía del movimiento sindical” ya que las empresas podrían verse tentadas en financiar y beneficiar a un sindicato en el cual podrían influir.