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Al servicio del mundo laboral y sindical

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EDITORIAL: El individualismo, factor que atenta contra la misión de un líder sindical cristiano


davLos principios del sindicalismo se pueden resumir en que permiten unir a los seres humanos como trabajadores, para la defensa de sus intereses económicos y sociales comunes; para el sindicalismo, todo hombre y toda mujer, por ser persona humana y por la dignidad que le es inherente, merece ser reconocido, protegido y promovido por la sociedad, y finalmente, toda organización sindical debe tener conciencia que los límites que tiene el logro de sus objetivos es el interés de la sociedad toda, representado por el concepto de bien común.

El dirigente sindical influye en otros y los motiva para que actúen con el propósito de alcanzar las metas y los objetivos del sindicato.

Los dirigentes sindicales deben cumplir con altas normas de honestidad e integridad; tratar a todos con respeto y dignidad; atender las necesidades de los afiliados y estar a disposición de los afiliados y de otros funcionarios; promover la solidaridad y el orgullo en el sindicato; impulsar a todos los afiliados a participar activamente en las actividades sindicales; mantener una actitud positiva y ser perseverante en la consecución de sus objetivos; saber escuchar, comunicarse y educar, y finalmente, buscar la excelencia, tanto propia como de los demás; desarrollar al máximo su potencial

Queda claro de esto principios que el líder sindical cristiano debe trabajar bajo un enfoque comunitario, de ayuda y servicio a los asociados al sindicato, renunciando al poder y los vicios, e imitando lo que hizo Jesús al cumplir su misión en la tierra.

En estos tiempos actuales, una de las características distintivas de las personas que componen la sociedad es su excesivo individualismo, su accionar como islas sin ninguna conexión con otros y trabajando en forma independiente. Y esta falencia también afecta a los líderes sindicales.

¿Y qué se entiende por individualismo?

Según diversos autores, el Individualismo es un conjunto de creencias, valores y prácticas culturales en el que los objetivos individuales predominan sobre los grupales.

El individualismo es una actitud basada en considerarse a uno mismo el centro y la medida de los otros. Este individualismo concibe la vida como fuente de bienestar individual y en el que solo cuenta la eficacia para su consecución, prescindiendo de las necesidades de los otros. 

El individualista es el que va exclusivamente a lo suyo; carece de comprensión y de servicio a los demás, su espíritu está impregnado en muchas realidades, comportamientos e incluso valores. Se haya hasta presente en campos de la solidaridad, cuando esta se utiliza para provecho propio.

El individualismo se manifiesta de formas diversas:

  • Cuando se olvida y menosprecia a los que vivieron antes que nosotros.
  • Cuando se olvida y menosprecia a los que vivirán después de nosotros.
  • Cuando hay olvido y menosprecio de cuantos conviven con él.

 

El individualismo mata a la comunidad, pues se eleva el egocentrismo como método de actuación. 

El cristianismo, sin desvirtuarlo es una vida de solidaridad, de lucha por los demás y de comunión entre los hombres y de estos con Dios.

El Nuevo Testamento es aún más explícito y radical en el tratamiento del individualismo, precisamente por reconocer y valorar la dignidad de la persona. Esto se muestra en textos como: “Sí yo soy el Maestro y el Señor os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (Juan 13,14); La parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25-37); “Que nadie busque su propio interés sino el ajeno” (1 Corintios 10,24); “Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13,16); “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo” (Filipenses 2,3).

 

El Padre Alberto Hurtado extendió su acción social al campo de la organización de los trabajadores, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y lo hizo fundando la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) y escribiendo sobre el tema. Recordemos parte de sus pensamientos: Se puede concluir que es evidente que el asalariado necesita del sindicato. Muchos enemigos tiene éste, mucho objetan en su contra, pero una cosa queda en pie: si un empleado quiere tener una participación más justa en los bienes de la tierra, dados por el Creador para todos los hombres; si quiere completar su libertad política con su libertad económica; si quiere asumir la parte de responsabilidad que le incumbe en la dirección del trabajo, en la reforma de las estructuras económicas de su país y del mundo, no tiene más que un camino: unirse a sus compañeros de trabajo”.

Como líder sindical habría que preguntarse si he sido capaz de librarme del individualismo, de trabajar y servir a otros como el mismo Jesús nos enseñó, de dejar de lado mis intereses personales para buscar el bien común, de poner todos mis talentos a disposición de otros, para su crecimiento y desarrollo. ¿Cómo estoy respecto a estos requerimientos? ¿Qué debo mejorar?

 

Sady Maureria F.
Diácono permanente
Área de Animación Laboral
Vicaría de Pastoral Social Caritas