Hoy parte de la Convención Constitucional, electa por el distrito 8 desde la comuna de Maipú; Tatiana Urrutia, más conocida como Tati Urrutia, enfatiza en la importancia de reconocer los trabajos de cuidados como trabajo formal en la nueva Constitución. En conversación con Sindical.cl, la activista feminista también recalca la importancia de revertir el retroceso de 14 años en la empleabilidad producido por la pandemia, a través de medidas de incentivo a la incersión laboral.
La convencional Tati Urrutia tiene estudios de periodismo y administración pública, los que debió postergar debido a la crianza de sus dos hijos que hoy son adolescentes. Paralelamente, desarrolló una carrera de militancia política y feminista, convirtiéndose en una de los miembros fundadores de Revolución Democrática. Desde ahí forjó su camino para llegar a convencional, hacer de los cuidados su bandera de lucha y dejar plasmada en la nueva Constitución la idea de un Estado Cuidador que garantice las mismas oportunidades laborales para hombres y mujeres.
¿Cómo analizarías el estado actual del desarrollo laboral femenino en un contexto impactado por la pandemia?
Creo que durante la campaña conversamos harto de esto con diversos mundos, sobre el retroceso de las mujeres en lo laboral, y tenía probablemente mucho que ver con las gestiones que este Gobierno no hizo para enfrentar esta crisis. Ahora que estamos “empezando a salir de la crisis sanitaria” vemos esos vestigios, y tenemos una oportunidad desde la redacción de la nueva Constitución de empezar a componer este deterioro de las mujeres en términos laborales, y también en cómo el nuevo Gobierno va a recoger lo que la Constitución dicte, en las acciones que se van a tomar para afrontar esta crisis.
¿Cuáles son los antecedentes de esta crisis?
Las mujeres somos las que nos hemos hecho cargo en general de las labores de cuidados, y somos las primeras que tenemos que renunciar probablemente a nuestros trabajos porque no tenemos alternativa. Somos mujeres las que criamos, de alguna manera solas, nos hacemos cargo de los hijos, y eso recae en nuestras alternativas de seguir trabajando. Tengo muchas amigas que estaban con guagüitas pequeñas, y justo se había terminado el fuero, por ejemplo, y no quedaron en una condición distinta a tener que renunciar, y eso es donde hoy día no hay políticas laborales, no hay políticas públicas que concreticen este abismo entre mujeres y hombres en cuanto a lo laboral, y ahí está el desafío fundamental que venimos detectando, probablemente hace muchas décadas, pero que la pandemia lo hace mucho más transparente, lo pone en la mesa con cifras que nos obligan a pensar en ese cambio estructural y cultural que hay que tener presente a la hora de escribir una nueva Constitución.
El trabajo femenino en la redacción de la nueva Constitución
La Convención Constituyente tiene la particularidad de ser el primer organismo en el mundo en redactar una Constitución con paridad de género, lo que significa una gran oportunidad de sincronizar las demandas ciudadanas con la nueva Carta Magna. En esta entrevista, Tati nos cuenta cómo se está llevando a cabo este proceso, tanto desde la forma como en el fondo.
¿Cómo es trabajar en un espacio realmente paritario?
Lo que estamos viviendo adentro es algo muy distinto a cualquier otro órgano relativamente parecido a este. Para mí ha sido fascinante convivir en un mundo donde efectivamente la paridad se siente. Hoy te podría decir que en todos los espacios de la Convención, por mucho que no tengan que ver directamente con el género, el feminismo está presente. Ya no es como otros espacios donde una está un poco sola en esas luchas, somos distintas mujeres, diversos grupos sociales y políticos, y también aliados compañeros que están empujando estas luchas. Entonces, si me preguntas a mí cómo lo vivo, con harta esperanza.
Ahora, cómo todo esto se vaya a traducir en el articulado es un ejercicio interesante de hacer, porque tenemos diferencias efectivamente, pero desde el feminismo queremos construir esa convergencia y lograr sacar una convención que no solo declare en principios que sea feminista y tenga perspectiva de género, sino que también presente las herramientas para que eso sea realizable, y no sea solo un lindo texto, sino que se pueda poner en práctica.
¿Cuáles son esas herramientas para poner en práctica la perspectiva de género?
Algo que desde la militancia política y feminista hace rato veníamos mirando es el tema del Estado Cuidador. El rol de los cuidados hoy día no es considerado en materia laboral, pero hay todo un sentido común de no seguir siendo las mujeres ciudadanas de segunda clase. Nosotras cuando estábamos en las ferias, por ejemplo, nos cruzábamos con adultas de 70 años que habían criado a sus hijos o hijas, y al hablarles de que eso era trabajo, se producía un momento muy bonito y emocionante, porque a una mujer de 60 años que toda su vida ha trabajado en su casa criando y cuidando, siempre se le ha dicho que no trabaja. Con eso ha quedado perjudicada en términos de pensiones y seguridad social, muchas veces también atrapadas en relaciones de pareja donde la violencia económica se vive. Creo que la perspectiva del cuidado, del reconocimiento de esa labor que finalmente sostiene la vida, es algo fundamental. A pesar de que el Estado Cuidador hoy día sea un concepto a lo mejor muy de nicho, creo que cuando hablamos con las personas en la calle, cuando les decimos que lo que han hecho es trabajo, y que lo que vamos a hacer es reconocer ese trabajo, marca un punto de inflexión tanto en lo que se va a materializar en la Convención, y en cómo se daría un cambio cultural que es muy necesario.
¿Y en el mercado laboral?
Ahí hay principios como lo que hoy en el Congreso se está llamando “Igual Pega, Igual Paga”, que se podrían reconocer desde la Constitución, o normas de paridad, por ejemplo, en las empresas públicas, idealmente en las estatales, porque cuando sabemos que las mujeres tienen mayores roles en los cargos directivos, se toman decisiones distintas en cuanto a políticas de contratación, de sala cuna, de ascender en los cargos. Creo que hay principios de reconocimiento de igualdad laboral, consideraciones también respecto a cómo las mujeres nos hacemos cargo, y cómo el mundo laboral lo reconoce para garantizar igualdad en términos económicos, previsionales y sociales.
En relación a las organizaciones sindicales o gremiales, ¿cómo ves la participación y liderazgos de las mujeres?
En la conducta cultural de los grupos políticos y sociales, hay un gran tejido. En las juntas de vecinos, o las juntas barriales, siempre son las mujeres las que están haciendo la pega, y los cargos de representación probablemente están en manos de hombres. Es una conducta que se replica en todos los ámbitos de la vida. Ahí importa cómo nos vamos a articular en términos de participación, cómo a través de las audiencias podemos tener un vínculo con organizaciones que puedan participar y que a través de esto, se pueda incentivar la participación femenina en otras áreas de trabajo.
¿Qué se puede hacer para no obligar a las mujeres a elegir el camino de los cuidados, sino que también tengan la posibilidad de estar en otras áreas laborales?
Somos de la idea de que exista un Servicio Nacional del Cuidado que efectivamente responda a necesidades que hoy existen respecto de mujeres que no tienen opción de decidir. Creemos que con ese tipo de mandato constitucional, que permita colectivizar los cuidados no solo entre hombres y mujeres, sino que también en el Estado y sus ciudadanos, efectivamente las mujeres tendremos libertades que hasta hoy no hemos tenido, a diferencia de los hombres.
También es necesario un cambio cultural.
Claro, muchos rubros tienen que hacer cambios. Yo, que hoy tengo 39 años, a los 18 estudié programación en computación en el colegio, y cuando fui a hacer mi práctica, me dijeron que era un mundo de hombres y me dieron justificaciones “razonables” que me hicieron derribar el sueño de ser ingeniera en computación. A mi hija que tiene 14 años, ese tipo de cosas no le van a pasar si contamos con un Estado Cuidador, donde la cultura también sea distinta. Un jefe no le va a decir a mi hija que esta es una carrera de hombres, sino que vamos a tener probablemente los caminos mucho más abiertos. No creo que mejore de un día para otro, pero las próximas generaciones van a poder ir dando la lucha desde mucho más allá. Sin duda, un cambio Constitucional desde los principios, con herramientas concretas como este Servicio Nacional de Cuidados, va a permitir una apertura distinta que esperamos sea mucho más rápida, porque la deuda es demasiado añeja.