[05 de junio 2023] Difundimos la columna de opinión de la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas, AIT, sobre el aumento del salario mínimo.
PUNTO DE VISTA CLASISTA DEL SALARIO MÍNIMO
“Incluso en el estado burgués más democrático, el pueblo oprimido tropieza a cada paso con la flagrante contradicción entre la igualdad formal, proclamada por la ‘democracia’ de los capitalistas, y las miles de limitaciones y subterfugios reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados”, Lenin.
Ley del Salario Mínimo 1ro de mayo:
El pasado 1 de mayo entró en vigor el reajuste en el monto del ingreso mínimo mensual tras ser aprobada en el senado la ley elaborada por el gobierno en conjunto con la directiva de la central CUT. Este aumento implica un reajuste gradual del sueldo mínimo que busca llegar a los $500.000 al 1 de julio de 2024.
A grandes rasgos, el primer reajuste fue llevado a cabo el 1° de mayo donde el salario mínimo aumentó de $410.000 a $440.000 bruto. Según la proyección, el segundo reajuste debería llegar a los $460.000 al 1° de septiembre de 2023, y finalmente a $500.000 para el 1° de julio de 2024.
Los 440mil pesos brutos aprobados para mayo, luego del pago de imposiciones y leyes sociales, se reducen a $357.544 líquidos. Si consideramos solo el IPC acumulado de agosto de 2022 a abril de 2023, el aumento debería ser de un 4,25%, es decir, que con el reajuste del gobierno el aumento real del salario (poder adquisitivo) fue solo de $15.000. Estos $357.544 líquidos reajustados son insuficientes para cubrir la línea de la pobreza en una familia de 3 personas, que se estima en $475.529, cifra que merece nuestra total desconfianza pues no considera el precio actualizado de las viviendas en relación con los arriendos o los dividendos que poseen altísimas tasas de interés (11,25% que mantiene el Banco central). En Chile, según las cifras presentadas por el Ministerio de Hacienda a la comisión de trabajo en abril de 2023, 941.384 trabajadores ganan el sueldo mínimo, de estos, el 44,3% son jefes o jefas de hogar, tenemos entonces que cerca de un millón de familias están por debajo de la manipulada línea de la pobreza que los mismos poderosos definen.
En vista de que los salarios están por debajo del costo de vida de las y los trabajadores, no tenemos más remedio que acudir al endeudamiento para sobrevivir. Un estudio hecho por la Universidad San Sebastián afirma que hay más de 11 millones de personas endeudadas y 4 millones de deudores morosos (más de la mitad se encuentran concentrados en la banca y el retail). El salario real no permite subvertir los costos de la vida, las deudas superan 3 veces el ingreso mensual. Esto provoca en muchos casos la prolongación forzosa del tiempo del trabajo (horas extras y trabajo informal), a su vez, el desempleo alcanzó una cifra de 8,4% a marzo del presente año y la informalidad laboral a un 27,3%.
Algunas aclaraciones conceptuales:
«…el valor de la fuerza de trabajo se determina por el valor de los artículos de primera necesidad exigidos para producir, desarrollar, mantener y perpetuar la fuerza de trabajo», Karl Marx.
Dicho lo anterior pensamos que es importante aclarar algunos conceptos, desde el punto de vista de la lucha de clases, y no de acuerdo con las definiciones dadas por la patronal.
Entendemos por salario al precio de la fuerza de trabajo que las y los trabajadores debemos vender a los capitalistas en un acuerdo formal o no. El trabajo como actividad inherente al ser humano no es en sí un producto, una mercancía, por lo tanto, no puede ser vendido o adquirido, sí la fuerza de trabajo.
El salario nominal es la expresión monetaria del precio de la fuerza de trabajo (ejemplo $357.000), mientras que el salario real está dado por la cantidad de productos y bienes que se pueden adquirir con el salario, es decir, el poder adquisitivo que ofrece nuestro sueldo. Cuando hablemos entonces de alza o baja del salario, no debemos fijarnos solamente en la expresión monetaria del precio del trabajo, en el salario nominal, sino también por el salario real.
En el capitalismo la fuerza de trabajo es una mercancía, que crea y posee valor, y se vende como tal. El valor de aquella está dado por lo necesario para la subsistencia humana, el/la trabajador necesita consumir medios de subsistencia como comida, techo, transporte, etc. Tales medios pueden equivaler, por ejemplo, a $440.000 mensuales o $2.291 por hora. Sabemos que son muchas las empresas que generan ganancias superiores producto del trabajo realizado por sus empleados. En la jornada laboral hay una división oculta por el salario, este se disfraza de retribución justa por todo el trabajo que realizamos. Pero en realidad, la jornada total se separa entre trabajo necesario y excedente. La primera, supongamos 4 horas, el trabajador repone por medio del trabajo el valor de su propia fuerza de trabajo, es decir, en 4 horas alcanza a generar su salario. En la segunda parte, todo el valor excedente creado por el trabajador es apropiado por el capitalista. Las ganancias, el valor creado por este trabajo excedente y no retribuido recibe el nombre de plusvalía. La producción de plusvalía es la base del capitalismo, a la vez que se genera producto de la explotación de las y los trabajadores asalariados.
Los capitalistas, en su sed insaciable de obtener más ganancias, desean siempre disminuir los costos, es decir, invertir menos sin ganar menos. La fórmula para conseguir este fin es aumentar la productividad del trabajo. La tecnificación de las empresas, la aplicación de maquinaria moderna o el aumento de la intensidad del trabajo por medio de la sobrecarga laboral son formas de aumentar la productividad.
El aumento de la productividad, lo que es igual a más ganancias para los capitalistas, sólo significa más explotación para las y los trabajadores, superexplotación. La práctica histórica demuestra que en el curso del desarrollo capitalista la productividad del trabajo aumenta más velozmente que los salarios, y, por ende, se intensifica la explotación ¿O acaso algún trabajador puede decir que después de las implementaciones tecnológicas en sus puestos de trabajo en el último período trabaja menos y goza, como hacen los patrones, de las maravillas de esas implementaciones? La evidencia arroja lo contrario: sufrimos el aumento en la carga laboral, flexibilidad y formas precarias de contratación, pérdida de empleos, obligatoriedad de hacer horas extras o buscar otras fuentes de ingresos, ya que, al abaratarse los costos, el precio inferior de los salarios provoca la prolongación forzosa del tiempo de trabajo. Y tanto las horas extras como el doble empleo (situación a la que se verán obligados muchos trabajadores con la ley de 40hrs) son medidas de extensión obligada de la jornada de trabajo. Migajas para nosotros y más ganancias para el patrón, arrancadas a costa de la salud[1] y la vida de las y los trabajadores.
Las tareas que nos impone la realidad:
Las políticas del gobierno chocan con la realidad de las inmensas necesidades insatisfechas de nuestra clase, demagógicamente se compromete a solucionarlas, demagógicamente porque lo que buscan realmente es oxigenar la economía y el orden imperante que se pudre como un cadáver a escala global. Saben perfectamente que esto se hace a costilla de las y los trabajadores, de nuestros ingresos. Pues ¿de dónde salen las ganancias? Como ya hemos mencionado, salen de la plusvalía, de ahí que recurre a una política antipopular, demagógica como es el mezquino aumento del sueldo mínimo o la ley de 40 horas que genera mayor precarización laboral producto de la flexibilidad, descentralización del marco de negociación colectiva, sobreendeudamiento del pueblo, etc.
Mientras a la clase trabajadora la sobornan con reajustes miserables, los capitalistas gozarán de los subsidios entregados por su servil Estado ¡Qué confirmada queda la tesis de que el estado no es más que un instrumento de dominación de una clase sobre otra!
A pesar de la situación que exponemos, en los medios de prensa y los lugares comunes de la vieja política chilena poco y nada se habla sobre esto, según varias encuestas ciudadanas, la delincuencia y la seguridad son las mayores urgencias. No negaremos la importancia de una vida digna y segura, pero entendemos que los problemas de la economía, paz y seguridad no están por sobre la lucha de clases, esta los contiene, y hay que levantar esta bandera entre las y los trabajadores, demostrar quienes son los enemigos, e ir develando que los intereses de la clase trabajadora y el pueblo son contrarios e irreconciliables con los de los grandes capitalistas.
Con la retoma de la iniciativa de la patronal y el completo consentimiento de su servil gobierno, la clase dominante desarrolla su ofensiva contra el pueblo y los trabajadores, pasándonos la cuenta de la crisis, sobreexplotando a la clase obrera, vendiendo al país y sus recursos[2] al imperialismo. Lo que ellos llaman un aumento acorde a la situación nacional solo significa para la clase obrera más superexplotación, hambre y miseria, un aumento real insignificante en beneficio de las ganancias de los capitalistas.
Es deber de los sindicatos consecuentes y dirigentes honestos denunciar a estos enemigos del pueblo, luchar por reconstituir un movimiento sindical clasista y combativo desde sus bases, con independencia de clase, depurándose de las prácticas burocráticas, conciliadoras y oportunistas, y de quienes las sustentan. Luchar por el alza general de los salarios con un sentido real de clase.
Como clase debemos retomar la iniciativa, elevar los niveles de organización y conciencia e impulsar la movilización de masas por nuestros intereses, abrir el debate y potenciar las plataformas de lucha. Debemos lograr avanzar decididamente para que la clase trabajadora asuma su rol dirigente en la lucha nacional y preparar al conjunto del movimiento popular y de masas para su reactivación. Debemos prepararnos como organizaciones de la clase para acometer esta tarea con la altura de miras que amerita, apertrecharnos en la ideología proletaria, poner lo organizativo en función de las tareas políticas, de las demandas populares y estar ahí donde están las bases sindicales, fortaleciendo su protagonismo y sirviéndoles para la lucha.
Solamente un movimiento sindical clasista y combativo, que parta de estos principios, estará en condiciones de avanzar decididamente en los preparativos de la huelga general, la táctica por excelencia de las y los trabajadores, huelga que con sacrificio, disciplina y riesgos debe superar cualitativamente al alzamiento popular, en su contenido y profundidad, para conquistar ya no solamente mejoras salariales sino poner en las cuerdas el orden social existente, la legislación anti obrera y a todos los enemigos del pueblo.
La política de hambre y matanza solo sirve para empujar a los peces hacia aguas más profundas. No falta mucho para que veamos los primeros relámpagos de una tormenta que iluminará un nuevo campo de batalla. El Bloque en el poder sólo siembra vientos para cosechar tempestad…
Por un Sindicalismo Contra la Explotación
¡Sindicalízate para Luchar!
Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas AIT
Chile, junio, 2023