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EDITORIAL – “Este 8M reafirmamos nuestro compromiso con la construcción de espacios laborales más justos y solidarios”


Web OPINIÓNDurante los últimos años hemos sido testigos de cómo cada vez más mujeres han salido a la calle a manifestarse por condiciones justas y dignas, levantando la voz para la construcción de una sociedad donde todas y todos tengan cabida. Cómo olvidar la marcha del 8M de 2018, donde más de 1 millón de mujeres se tomaron la Alameda, en Santiago, y se manifestaron en diferentes puntos del país exigiendo ser escuchadas y consideradas, hecho que se repitió en los siguientes años, incluso en un contexto de pandemia y crisis.

Este movimiento, quiero creer, ha despertado en nuestra sociedad la necesidad de generar estrategias que consideren un enfoque de género y acciones concretas donde las mujeres puedan elegir si desean asumir cargos de poder y representación, donde las mujeres puedan trabajar en lugares que les permitan desarrollar todas sus habilidades, donde se sientan seguras, su trabajo sea reconocido y equitativamente remunerado.

Sin duda hemos avanzado. Así lo hemos observado, por ejemplo, en el proceso constituyente 2020-2021, con una ardua discusión sobre la incorporación de la mujer, que ameritaba tomar medidas de cambio, creando una metodología que permitiera la representación paritaria entre las y los constituyentes. Y hoy, ante un nuevo proceso constituyente, esta necesidad se quedó como un piso mínimo, lo que representa un gran paso.

Hoy vemos cómo, en distintos ámbitos, más mujeres asumen cargos de liderazgo, con Ministras de Estado elegidas de manera paritaria, autoridades que conducen casas de estudio para la formación de las nuevas generaciones. Confío en que estas experiencias darán un nuevo impulso para que muchas niñas sueñen con poder ser el día de mañana presidentas, ministras, jefas y lideresas. Elijo creer que tendrán esa opción si así lo deciden.

Construir una sociedad donde todas y todos tengamos las mismas oportunidades es un desafío que continúa presente. La realidad es que tenemos un sistema estructural que obliga a las mujeres a quedarse a un costado del espacio público y de los espacios de toma de decisiones laborales. Ejemplo de esto son los datos entregados por la Dirección del Trabajo en su Anuario Estadístico del año 2021, donde se registran 10.821 mujeres en cargos de alguna organización sindical, versus los 21.379 hombres en la misma situación. Cuando lo desglosamos y observamos sólo el cargo de presidentes, vemos que poco menos de un tercio corresponde a mujeres (3.096 dirigentas versus los 7.483 presidentes hombres que existen a nivel nacional).

¿Qué nos dicen estos datos? Que existe una brecha en la propia posibilidad de generar convenios colectivos que permitan visibilizar situaciones específicas de mujeres o incluso de convivencia, brecha que también impide problematizar y reflexionar en las condiciones que existen en los espacios de trabajo de la forma particular que a las mujeres les atañe. Las mujeres necesitamos la organización sindical como aliada para posicionar las situaciones de discriminación que nos afectan y que hoy se naturalizan; sueldos más bajos, jornadas diferenciadas, situaciones de acoso o condiciones abusivas.

Hoy tenemos la oportunidad de hacernos cargo de esta desigualdad como sociedad y es importante visibilizar los marcos normativos internacionales como una posibilidad para comenzar a generar estrategias que permitan un cambio a largo plazo. Ante la ratificación del Convenio 190 se abre la ventana que permitiría que el Estado genere un marco normativo que prohíba situaciones de violencia en los lugares de trabajo, además de tener que iniciar acciones que promuevan lugares de trabajo libre de violencia para todas. Emerge esto como un camino necesario para construir una sociedad donde la violencia y la discriminación no sea naturalizada, donde las condiciones laborales precarizadas y de riesgo no se acumulen en torno a las mujeres.

En este marco, el papa Francisco nos invita a hacernos cargo como iglesia de estas desigualdades, “una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y reconocer una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista. Con esta mirada será capaz de hacer suyos estos reclamos de derechos y dará su aporte con convicción para una mayor reciprocidad entre varones y mujeres” (Exhortación Apostólica Christus Vivit Nº42).

Haciendo eco de este llamado es que como institución queremos reafirmar que seguiremos abriendo y pavimentado el camino para que mujeres y hombres puedan desarrollar sus habilidades en igualdad de condiciones, para que podamos seguir siendo un aporte en la construcción de sociedades más justas y solidarias. El desafío hoy llama a generar lugares de trabajo donde nos podamos sentir seguras y podamos desplegar todas nuestras habilidades.

Hoy queremos reafirmar nuestro compromiso con todas las mujeres, redoblando nuestros esfuerzos por generar acciones con perspectiva de género, por fortalecer la formación para que todas quienes decidan ser lideresas tengan oportunidades de serlo, para que tanto hombres como mujeres puedan tener las mismas oportunidades de acceso y mantención en sus lugares de trabajo, para que las voces y capacidades de las personas sean reconocidas más allá de su género.

Luna Díaz, Coordinadora de la Línea de Acompañamiento Laboral y Sindical de la Vicaría Pastoral Social Caritas