Por Felipe Guala, Director de Fortalecimiento Comunitario VPSC
El 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, es mucho más que una fecha conmemorativa. Para la Iglesia y, en particular, para quienes trabajamos en la Pastoral Social Caritas, es un recordatorio de que la defensa de la dignidad de cada persona es la «medida» de una sociedad justa. Este compromiso no es nuevo; es la herencia viva de una tradición de más de cien años que se inició con la Rerum Novarum de León XIII y que se renueva cada día en el servicio a los más pobres y vulnerables.
La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) nos enseña que la fuente de todos los derechos es la dignidad inalienable de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios. Esta dignidad es anterior a cualquier ley humana y es la base para construir la paz, tal como lo recordaba Juan XXIII en la Pacem in Terris, una paz que se cimienta en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
En este contexto, la Iglesia reafirma su compromiso de ser «signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona humana» en la sociedad, donde la dignidad y los derechos de cada uno son permanentemente puestos en juego.
Los Derechos del Trabajo: expresión concreta de la Dignidad
Si hay un espacio donde la dignidad se juega a diario, es en el trabajo humano. Juan Pablo II, en su encíclica Laborem Exercens, nos recuerda que el trabajo es una de las características que distinguen al ser humano. Por ello, el trabajo no es solo un medio para ganarse el pan, sino un derecho fundamental y un bien que perfecciona a la persona.
Para las y los trabajadores y dirigentes sindicales es vital reconocer que sus luchas son un eco de la enseñanza social de la Iglesia. Los derechos laborales no son concesiones, sino exigencias de la justicia:
El derecho a la justa remuneración: El salario no puede ser determinado solo por el mercado, sino que debe asegurar la subsistencia digna del trabajador/a y su familia. La remuneración debe establecerse no solo por criterios de justicia conmutativa, sino de justicia social, considerando la dignidad de quienes realizan la labor.
El derecho a condiciones de trabajo seguras: Esto incluye la garantía de un ambiente de trabajo saludable y seguro que no lesione la integridad física o moral del trabajador o trabajadora.
El derecho al descanso: El descanso festivo, especialmente el dominical, es un derecho ineludible. Permite el culto, la alegría, la práctica de la caridad y el descanso necesario del espíritu y del cuerpo.
Los derechos de asociación y huelga: Desde la Rerum Novarum, la Iglesia ha defendido el derecho de asociación. Esto se traduce en el derecho a una adecuada representación, a organizarse libremente en sindicatos y, como último recurso para la defensa de una justicia gravemente lesionada, el derecho a la huelga.
El derecho a la seguridad social y previsión: Todo trabajador y trabajadora tiene derecho a la seguridad que garantice su futuro y el de su familia en casos de enfermedad, desempleo, accidentes de trabajo y, fundamentalmente, la jubilación o vejez. La DSI subraya que el Estado y la sociedad deben asegurar un sistema de Seguridad Social que permita al trabajador/a y a su familia acceder a la salud y a una vida digna incluso cuando la capacidad de trabajar disminuya o cese.
La DSI condena sin reservas fenómenos como el trabajo infraremunerado, sin garantías o sin representación, que lamentablemente son una realidad para muchos en Chile y América Latina.
Un llamado a la Solidaridad y la Fraternidad Sindical
Las y los dirigentes sindicales son custodios de estos derechos y llamados a vivir la solidaridad, que es a la vez un principio social y una virtud moral.
La defensa de los derechos de los trabajadores debe realizarse en un marco de auténtica solidaridad, buscando siempre la plena realización del ser humano. En esta tarea, la fraternidad y la amistad social que nos propone el Papa Francisco en Fratelli Tutti deben ser su horizonte, reconociendo el bien y la belleza en cada persona más allá de cualquier barrera. La verdadera justicia social no se logra en el aislamiento, sino en la participación activa y en la construcción de una comunidad solidaria.
Al celebrar este Día de los Derechos Humanos, desde Sindical.cl renovamos nuestro compromiso incondicional con la causa de los trabajadores. Lo hacemos con la convicción de que el amor (caritas) en la verdad es la fuerza principal para el auténtico desarrollo humano integral.
Que nuestra fe, que se hace vida en la justicia, nos mueva a seguir construyendo una sociedad donde la dignidad de la persona esté siempre en el centro. La lucha por los derechos humanos, especialmente los laborales, es una forma eminente de vivir el Evangelio.



