El uso de la inteligencia artificial es cada vez mayor y más cotidiano. Desde la Iglesia llaman al discernimiento en su uso poniendo el foco en el bienestar de la humanidad.
Publicado en periódico Encuentro
Hace algunas semanas, en el Jubileo de los jóvenes celebrado en Roma, el Papa León XIV hizo referencia a las redes sociales y en cómo hoy en día los algoritmos nos dicen lo que tenemos que ver, lo que tenemos que pensar y quiénes deberían ser nuestros amigos, volviendo las relaciones confusas e inestables: “Cuando el instrumento domina al hombre, el hombre se convierte en un instrumento”.
Con esta frase, el Papa León XIV puso en alerta a miles de jóvenes durante una vigilia en Roma. Un año antes, el Papa Francisco decía algo similar en la cumbre del G7: “La inteligencia artificial es un instrumento fascinante y tremendo al mismo tiempo. Todo dependerá de cómo la usemos”. Ambos pontífices coinciden en algo esencial: la tecnología debe estar al servicio del hombre, nunca al revés.
En esa misma línea el Cardenal Fernando Chomali, arzobispo de Santiago aseguró que el uso de nuevas tecnologías supone dilemas éticos profundos: “La inteligencia artificial siempre será un bien instrumental, que adquiere valor sólo cuando está al servicio del ser humano”.
La Iglesia no le teme a la tecnología, pero sí le pone condiciones
Hoy la inteligencia artificial (IA) ya está presente en el Vaticano. Se usa, por ejemplo, para preservar el patrimonio cultural y artístico, como la Basílica de San Pedro, o para facilitar el acceso a ceremonias a través de plataformas digitales. Pero la Iglesia lo hace con una convicción clara: la IA es solo una herramienta y jamás podrá reemplazar la relación auténtica entre las personas, ni mucho menos la relación con Dios, así lo señaló en el documento “Antiqua et Nova”, publicado en enero de este año por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (ver documento).
Antiqua et Nova: Una guía para discernir
El documento argumenta que la inteligencia humana es un don de Dios, que integra razón, emoción, racionalidad y espiritualidad. La IA puede simular procesos, pero nunca reemplazar esta riqueza: “La tradición cristiana considera el don de la inteligencia como un aspecto esencial de cómo los seres humanos son creados a imagen de Dios”.
En ese mismo sentido la nota dice que la IA es una herramienta, no un ser pensante, no tiene conciencia, ni ética, ni amor, por lo tanto, no puede tomar decisiones, reemplazar las relaciones humanas, ofrecer consuelo o empatía.
El documento llama a usar la tecnología con responsabilidad y que el norte debiese ser el bien común y el respeto a la dignidad humana, nunca poniendo a la tecnología por sobre ella: “La dignidad humana y el bien común nunca deben abandonarse en nombre de la eficacia, mediante los desarrollos tecnológicos que no llevan a una mejora de la calidad de vida de toda la humanidad, sino que, por el contrario, agravan las desigualdades y los conflictos, no podrán ser considerados un verdadero progreso. Más bien, la IA debe ponerse al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral”.
Cómo usar la IA
Soledad Garcés, directora de la Fundación para la Convivencia Digital, asegura que la IA no es el problema, el problema es cómo y para qué la usamos: “No se trata del instrumento de IA sino que cómo tú lo uses y a qué edad lo uses. Eso es muy relevante”.
En ese sentido, pensando en la educación, Soledad asegura que puede ser una gran herramienta para aprender, pero si dejamos que haga el trabajo por nosotros, se corre el riesgo de atrofiar nuestra capacidad de pensar, escribir y reflexionar. Por otro lado, la experta señala que a pesar de que ayuda, “lo artificial no es reemplazable por lo humano”, ya que la relación humana genera un vínculo, tiene emociones.
Soledad cree que el problema actual de la tecnología y las redes sociales es que se usan de manera intuitiva e instintiva, sin la pregunta de cuánto me aporta y cómo me aporta: “No necesariamente pienso cómo lo voy a ocupar o qué impacto va a tener”.
La directora de la Fundación para la Convivencia Digital señala que es necesario poner un foco, y desde la mirada cristiana el foco está centrado en el respeto a la persona humana: “Tienes que ir viendo si lo que estoy haciendo con la tecnología aporta al respeto de las personas, al crecimiento de las personas, a su bienestar”.
Para finalizar Soledad recalca que es importante utilizar las redes sociales y la IA en beneficio de las personas, de su aprendizaje, de su crecimiento personal, de la conexión humana y del bien: “Enseñemos a discernir, cómo lo haría Jesucristo”.




