REPORTAJE: El 25 de febrero de 1982 fue asesinado el dirigente Tucapel Jiménez. A más de treinta años del crimen, los actuales dirigentes de los trabajadores destacan su legado y su trabajo por la unidad sindical.
[Santiago, 21 de Febrero de 2014] Este martes se cumplirán 32 años del asesinato del dirigente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), Tucapel Jiménez Alfaro. Su muerte marcó profundamente al movimiento sindical en Chile y es uno de los hechos más dolorosos ocurridos en dictadura.
Jiménez nació en 1921 en el seno de una familia de escasos recursos. A los 16 años comenzó a trabajar cargando sacos en lavaderos de oro. Ya en esa época fue atraído por el trabajo sindical, en donde destacó como dirigente del Club Deportivo Lavaderos de Oro, en la Asociación de Trabajadores de la Dirección de Abastecimiento y Petróleo y en la Asociación de Almacenes Reguladores del Comisariato. Llegó a ser presidente de la ANEF en 1957, cargo en el que continuó hasta su muerte.
Su familia y amigos lo describen como un hombre carismático y con una gran capacidad para dialogar con personas de diversas tendencias políticas. A pesar de trabajar siempre para lograr consensos, Tucapel fue un hombre de opinión, lo que le trajo problemas con los dirigentes del Partido Radical, en donde militaba. “Como dirigente, se peleó con Eduardo Frei Montalva y con Salvador Allende, en sus respectivos gobiernos. Sus críticas a la Unidad Popular casi le cuestan la expulsión del Partido Radical. Partió apoyando el Golpe de Estado, pues creyó en las promesas que se le hicieron de mejorar la condición de los empleados públicos, pero en cuanto el modelo económico adoptado por el régimen comenzó a golpear a sus representados se tornó en contra”, lo describe la periodista Alejandra Matus en el capítulo dedicado a Jiménez del libro “Los Archivos del Cardenal: Casos Reales”.
El modelo económico que instauró el régimen militar no agradó al dirigente sindical. En 1975 creó el Grupo de los 10, una coordinadora de sindicatos que criticó las políticas económicas y laborales del régimen. Según cuenta su hijo, Tucapel Jiménez Fuentes, nunca estuvo de acuerdo con las grandes reformas de finales de los setentas y comienzos de los ochentas, entre ellas el sistema de las AFP. “Mi padre fue contrario absoluto del sistema de pensiones actual. Ese año le ofrecieron muchos dólares para que le hiciera propaganda al sistema de previsión de las AFP en televisión. Mi padre se negó y dijo que era un sistema nefasto para los trabajadores”, señala su hijo y actual diputado PPD.
Desde fines de la década de los setentas Tucapel Jiménez fue reconfigurando el movimiento sindical en oposición al régimen militar. En esos años tuvo constantes diálogos con representantes de la oposición y del mundo de los trabajadores, como Manuel Bustos y Clotario Blest. En 1981 fundó la Unión Democrática de Trabajadores, de la que fue vicepresidente. En el libro “Conversaciones con Manuel Bustos”, de Alejandro Foxley y Guillermo Sandoval, el dirigente se refiere a su relación con Tucapel y la intención que tenían de unificar el movimiento de los trabajadores: “Él reflexionó mucho ahí y me dijo: ‘mira, yo voy a hacer un llamado a la unidad, un llamado por encima de las diferencias de los grupos y todo lo que pasa porque tenemos que terminar con esto’”, recordó Bustos.
Ya durante esos años comenzó a recibir amenazas y ser vigilado. Como hombre de rutinas diarias, empezó a notar autos que lo seguían en su trayecto al edificio de la ANEF, en el centro de Santiago, o su casa, en Renca. La situación se la comentó a sus amigos y a su familia, pero no tomó mayores resguardos. “Tucapel era seguido tan abierta y ostentosamente, que cuando llegaba a su casa se acercaba al auto de sus celadores y se despedía: ‘Muchas gracias por venir a dejarme’”, narra Matus en su investigación.
“Él sabía que su vida corría peligro, y pudo haber optado por salir de Chile, haberse exiliado, pero prefirió seguir. Esto nos costó mucho entenderlo como familia, ¿Por qué prefirió seguir ¿Por qué no prefirió conocer a sus nietos? Pero bueno, esa es la diferencia que marcan las personas que son mártires o que tienen una vocación de otro nivel”, contó emocionado su hijo.
El 17 de febrero de 1982, Tucapel Jiménez realizó un llamado público a la unidad sindical: “La unidad sindical nacional sería una realidad de aquí a fines de marzo”, señaló a la prensa. Ocho días después, antes de poder concretar una reunión con el entonces presidente de la Coordinadora Nacional Sindical, Manuel Bustos, el dirigente fue interceptado en su taxi por tres agentes de la DINE (Dirección de Inteligencia del Ejército), quienes lo obligaron a conducir a un sitio eriazo en Lampa. Allí le dispararon y le cercenaron el cuello. La comisión Rettig concluyó que había sido un crimen “cometido por motivaciones políticas”.
Bustos, por su parte, relacionó la muerte de Jiménez con su claridad de unificar a los trabajadores, más allá de las visiones políticas: “lo asesinaron a raíz de estos llamados que él dijo y que comunicó. Él estaba por encima de los grupos”, expresó el dirigente en el libro de Foxley y Sandoval.
Los actuales dirigentes sindicales concuerdan en el valioso legado que dejó Jiménez. “Quiero destacar la gran labor que realizó Tucapel Jiménez en torno a la unificación del movimiento sindical. El esfuerzo de convergencia amplia y comunitaria es una necesidad para que Chile avance, y para que tantos como Tucapel puedan de una vez por todas descansar en paz”, señaló la Presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Bárbara Figueroa.
“En señal de respeto y reconocimiento nos comprometemos a velar por mantener el legado de Tucapel, de Don Clotario y todos los dirigentes que han liderado esta organización, con valores imperecederos del movimiento sindical: la unidad de los trabajadores para lograr nuestros objetivos”, afirmó el actual presidente de la ANEF, Raúl De la Puente.