REPORTAJE: En Chile hay pensionados bajo tres sistemas: la mayoría se jubiló por AFP, pero además está el personal en retiro de las Fuerzas Armadas y de Orden y un grupo que mantiene el antiguo sistema de “cajas”. Sindical.cl conversó con tres trabajadores pensionados, uno por cada sistema, para conocer sus experiencias y visiones sobre uno de los temas del momento.
Por Felipe Menares Velásquez
La seguridad social se tomó la agenda durante este 2016. A las marchas contra las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), se suman la irrupción en el debate público de su creador, José Piñera, y las revelaciones sobre las millonarias pensiones en Gendarmería.
Bajo este clima, el gobierno ha intentado tomar parte en la discusión, pero sin éxito en satisfacer las demandas de todos los sectores, considerando además, que en Chile coexisten tres sistemas previsionales.
A distintos sistemas de pensiones, diferentes experiencias de pensionados, con sus claros y oscuros, dependiendo de las cualidades de los modelos y de las circunstancias de la vida.
José Troncoso (73) es el actual presidente de la Central Unitaria de Jubilados, Pensionados y Montepiadas de Chile (Cupemchi), organización que representa a cerca de 15 mil afiliados que se mantuvieron en el sistema antiguo de pensiones.
Afirma que obtiene una pensión que bordea los $300 mil, luego de cotizar 36 años, y valora las características del sistema de “cajas”. A su juicio, “funcionaba bien, porque había participación de los trabajadores en la administración. Elegíamos un delegado, que representaba a nuestro sector e integraba la mesa ejecutiva. Por supuesto, no todo es perfecto, pero es mucho mejor que lo que hoy tienen los trabajadores”.
A punto de dejar el trabajo en su carnicería, se encuentra Jorge Riquelme (70), aun cuando jubiló oficialmente hace cuatro años. Su pensión, es de $85 mil y cotizó 25 años. Se cambió al sistema de capitalización individual (AFP) porque “mostraron las cosas bonitas que tenía. Uno pensaba que realmente iba a mejorar, por las virtudes que mostraban del sistema”.
Luego de haber cumplido 30 años de servicio activo en la Fuerza Aérea de Chile (FACh), Alexi Cabrera (61) terminó su carrera militar como suboficial en el año 2004. Actualmente saca una pensión equivalente a $992.533 y se encuentra en un período de receso, luego de haber trabajado como guardia durante un tiempo. Tiene una opinión favorable respecto del sistema de pensiones de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena).
“A la edad que tengo y para lo que he visto afuera, está bueno. Todo depende de las enfermedades, porque uno se pone viejo y empiezan los achaques. Se gasta más plata en remedios que en comida. Por lo menos me salvo, pero hay que moverse trabajando para que la mente no se vaya pegando”, señala.
Trabajadores unidos, sistemas previsionales no tanto
El sistema antiguo o de “cajas” funcionaba bajo la lógica del reparto. Es decir, los aportes de los trabajadores y empleadores, cercanos al 20% del sueldo, iban a un fondo común establecido para cada caja y con eso financiaban las pensiones de los pasivos. Éstas, a su vez, se calculaban según las remuneraciones que conformaban el sueldo base y los años de imposiciones, sin importar el ahorro individual.
Para Gonzalo Durán, investigador de Fundación Sol, el sistema tenía varios problemas, a pesar de que operaba según un esquema de reparto, opción de la que es partidario. “La solidaridad era a medias, porque las cajas no eran solidarias entre ellas. Entonces, teníamos a los trabajadores de la caja bancaria, que tenían condiciones bastante excepcionales, versus lo que era la caja de los obreros”, comenta.
En 1981, José Piñera presentó su creación bajo el alero de la dictadura. A los trabajadores se les ofreció cambiarse al nuevo sistema de capitalización individual, que funciona con un aporte mensual de los trabajadores cercano al 13% de su sueldo, entre la cotización obligatoria (10%), más las comisiones para las AFP y seguros.
Con este sistema, los cotizantes tienen la posibilidad de poner sus ahorros en distintos fondos, dependiendo del riesgo que estén dispuesto a asumir. Las AFP toman las cotizaciones y las invierten en el mercado bursátil, con el fin de generar rentabilidad y cuando el trabajador se jubila, la pensión dependerá de los ahorros individuales aportados a lo largo de su vida laboral.
¿Resultados? De los 10 millones de afiliados al sistema, un poco menos de la mitad están inactivos y reciben una pensión promedio de $207.382, según datos de la Superintendencia de Pensiones, y $220.296 con el Aporte Previsional Solidario.
Sobre esta materia, Gonzalo Durán apunta a que el modelo AFP no es un sistema de pensiones, sino un “sistema de ahorro forzado”, que es “muy funcional al modelo económico que tenemos”.
En este sentido explica que “un sistema de capitalización individual le “inyecta” combustible al modelo económico, sobre todo a través del circuito de los fondos A y B, donde se invierten las cotizaciones en bonos y acciones de sociedades anónimas abiertas en Chile. Entonces, a través de eso, las empresas en Chile logran incrementar la velocidad de sus negocios y propulsar las tasas de ganancia empresarial”.
Sin embargo, las Fuerzas Armadas y de Orden no se subieron al barco de Piñera y mantuvieron un sistema de reparto, cuyas pensiones promedio han incrementado en un 75% durante la última década, de acuerdo a datos de Capredena, pasando de $494 mil en 2005 a $866 mil en 2015. En igual período, pensiones AFP pasaron de $233 mil a $312 mil, es decir, un aumento de 33,9%.
Para que un funcionario pueda ser pensionado de Capredena, debe cumplir alguno de estos requisitos: tener un mínimo de 20 años de servicios efectivos con imposiciones en dicha caja o padecer alguna invalidez por enfermedad o derivada de accidente en acto de servicio.
El cálculo de la pensión de retiro considera el 100% de la última remuneración imponible de actividad, en razón de una treintava parte por cada año de servicios computables para el retiro.
El sistema de Capredena se compone de diversos aportes, entre los cuales se encuentran recursos provenientes del Presupuesto de la Nación, un 6% de los sueldos de imponentes en servicio activo y un descuento mensual del 6% sobre el total de las pensiones de retiro o montepío pagadas por intermedio de la Caja. El de Dipreca es similar, aunque el aporte mensual es de 8,5% de los sueldos.
Para este año, el Presupuesto de la Nación destinó más de US$2.300 millones al ítem “jubilaciones, pensiones y montepíos” de las FFAA y de Orden. Esta cifra se descompone en $972.326.460.000, unos US$1.464 millones, para los afiliados a Capredena y $579.034.717.000, cerca de US$872 millones para el segmento perteneciente a Dipreca. El total del gasto fiscal corresponde a un 0,9% del PIB.
La suma supera el gasto fiscal del Pilar Solidario, que complementa el sistema AFP, puesto que, de acuerdo a la Superintendencia de Pensiones, en 2015 este aporte alcanzó $1.132.678.000.000, US$1.601 millones, representando un 0,6% del PIB.
Para Gonzalo Durán de Fundación Sol, se debe evaluar la creación de un sistema de pensiones igual para todos los trabajadores. Sin embargo, señala que “si uno es estricto con los criterios internacionales de la seguridad social, es esperable que exista solo un modelo. Uno espera que en el futuro igual se adapten al modelo de norma general, que sería un sistema de reparto con reserva técnica”.
¿Años dorados?
“El Estado se ha portado muy mal con nosotros”. Con esa frase, José Troncoso, pensionado con el sistema antiguo, acusa el olvido estatal para los cerca de 600 mil afiliados al sistema de “cajas”. Si bien no alcanza a cubrir sus gastos con el monto mensual que recibe, señala que complementa sus ingresos gracias a la pensión de su esposa, cercana a los $150 mil pesos, que recibe en calidad de exonerada política.
Su presidencia en la Cupemchi es la continuación de una trayectoria sindical en su vida laboral. Considera que su pensión es insuficiente, pero no continuó trabajando porque de hacerlo, “le voy a estar quitando el pan a otro hombre que lo necesita para sus hijos y su hogar”, explica.
Troncoso está de acuerdo con el cuestionamiento a las AFP. “Tenemos que solidarizar con todos nuestros hermanos de clase, porque es un verdadero saqueo”, afirma. A su juicio, el país debe avanzar hacia la creación de un sistema de reparto solidario, con aportes tripartitos, y no hacia una AFP estatal, sobre la cual cree que se trata de “otro perro, pero con el mismo collar”.
En tanto, Jorge Riquelme se lamenta por tener lagunas previsionales y no preocuparse antes de asegurar una pensión más elevada. “Cuando viene el problema, uno piensa que podría haber cotizado más o no haberme salido del sistema antiguo”, comenta. Sin embargo, acusa que en su vida laboral, algunos patrones no le pagaron sus cotizaciones y que hay desconocimiento y falta de información.
De igual forma, está a favor de la impugnación al sistema. “Yo pienso que está bien, porque hay gente que realmente va a vivir de eso. Gracias a Dios, para mí es solo una colita, pero si yo tuviera solo mi jubilación, no podría hacer nada. Por eso el cuestionamiento está bien hecho”, asegura.
Alexi Cabrera, jubilado por Capredena, tiene una hija que nació con hidrocefalia. A los cerca de 900 mil pesos que recibe de pensión, se le restan los descuentos por farmacia y cargas, fundamentalmente, obteniendo una pensión próxima a los $700 mil según relata.
Aun cuando su pensión mensual sobrepasa holgadamente la obtenida vía AFP, está de acuerdo con que se realicen cambios. Le parece “lógico, porque el civil gana muy poco. Imagínate, enfermos, achaques, remedios, qué come. El sistema de los civiles no funciona y nunca lo hará”.
¿Igualar los sistemas de pensiones? Cabrera se muestra en contra, argumentando que “no pueden comparar el trabajo de un militar con el de un civil, porque el civil tiene ese drama que tiene que llegar a los 65 años y si tiene problemas de horario puede cobrar horas extras, pero el militar no, porque vive de un sueldo fijo”.
José Troncoso califica como “avergonzante” que la dictadura haya dejado a los civiles fuera del sistema de reparto y agrega que “no puede haber privilegios, en el sentido de que todos somos trabajadores. Ellos (los militares) son trabajadores del Estado y no puede haber chilenos de primera y segunda categoría en este país”.
Mientras que Jorge Riquelme responde escuetamente que los militares “son chilenos y deberíamos ser todos iguales”.
De momento, no se avizoran cambios en las pensiones de los uniformados, aun cuando la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones (“Comisión Bravo”) recomendó que “sin perjuicio del mandato de la Comisión que se refiere al D.L. 3.500 y a la Ley 20.255 (al régimen civil de pensiones), la Comisión estima que las FFAA, Carabineros, PDI, Gendarmería y asimilados, deberían tener en general, igual trato de incorporación y cotizaciones que el resto de los trabajadores, debiendo atenderse a las características específicas de su ocupación”.